VIDA HUMANA, ABORTO Y PROBLEMA DEL ALMA – Mons Héctor Aguer

VIDA HUMANA, ABORTO Y PROBLEMA DEL ALMA           

Embrión; saco vitelino (a su derecha) en la cavidad del útero materno

          El presidente de Argentina, Alberto Fernández, reconocido defensor y promotor del aborto legal, ha enviado al parlamento argentino un nuevo proyecto de ley de aborto legal y gratuito, que permitiría interrumpir el embarazo, de modo voluntario, hasta la catorceava semana de gestación, y con posterioridad a ella si se verificara que el embrión es fruto de una violación o si se sospechara que se sigue un grave peligro para la salud de la madre.

           Como pareciera que al Dr. Fernández no le es suficiente su función de presidente, la cual le acarrea más de una crítica, aún desde su propia tropa, en ciertos temas pretende ser también filósofo y teólogo y aún más, porque pretende corregir la teología católica, pues ha afirmado varias veces, incluso desde que era candidato a la presidencia, que para San Agustín y Santo Tomás el alma humana no se infundía en el momento de la concepción sino después. Recientemente, ante una nueva polémica que parece desatarse, declaró que: “La Iglesia también tuvo en sus padres una visión sobre el embarazo y fíjense ustedes lo complejo que es todo esto. Esto se lo dije al secretario de Estado (del Vaticano) cuando visité al Papa en febrero y él cambió de tema. Lo único que demuestra es que es un dilema de antaño de una gran rama de la Iglesia”.[1]

Monseñor Héctor R. Aguer, arzobispo emérito de La Plata – Argentina

        A este respecto, queremos aquí recordar una muy valiosa intervención de Monseñor Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, sea acerca del tema del aborto como del fundamento filosófico y teológico en la doctrina católica, contestando justamente las objeciones y declaraciones del presidente sobre el tema. La transcribimos tratando de hacer explícitas algunas de las citaciones que en el artículo del arzobispo se encontraban solamente mencionadas. Agregamos, aclarando la posición de Tomás de Aquino, una buena parte de un escrito precedente del mismo autor, del cual citamos también la fuente.

El actual gobierno y el aborto[2]        

         El presidente Alberto Fernández es un conocido partidario de la legalización del aborto. Escribo legalización porque – aun sin ser jurista – considero que despenalizar esa conducta implica convertirla en un arbitrio permitido por la ley y que puede practicarse libremente. Una de las primeras medidas del actual gobierno fue reflotar el proyecto que hace dos años fue rechazado por el Senado. Se introdujo una sorprendente modificación: Como el Dr. Fernández tenía programado visitar al Sumo Pontífice se añadió que el Estado acompañará a la mujer embarazada que decida tener a su bebé. Una mano de cal, y otra de arena.

Nuestros políticos son moralmente relativistas, y deben pensar que el Papa también lo es. El diputado Valdés, ex embajador ante la Santa Sede, ya había declarado que Francisco “comprendería”. En vísperas de su encuentro con el Pontífice, el presidente anunció que el tema del aborto no se trataría en la conversación; el crimen abominable – así llamó al aborto el Concilio Vaticano II (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 51) – no es un asunto importante comparado con los de la pobreza, el hambre y la deuda. ¿Habrá sido así? No tenemos posibilidad de saberlo, pero ¿no podemos pensar que al Papa le causaría una enorme pena que su país de origen se sume a los que ya han incluido en sus legislaciones la permisión de matar impunemente a los niños por nacer? ¿Y que, por tanto, le haya recordado al Dr. Fernández – que para la ocasión se ha identificado como católico – que incurriría en una gravísima responsabilidad ante Dios al propiciar esa medida? Dicen que se trató del tema en la Secretaría de Estado.[3] ¿Tendrá algún efecto? Porque no es lo mismo. Llamó la atención que el presidente se declarase hijo de la Iglesia, que asistiera a misa con su pareja, y que recibiera la Sagrada Comunión, de manos de un arzobispo argentino. ¡Es increíble, pero entre compatriotas del mismo palo todo resulta finalmente posible!…

Paralelamente, el Dr. Ginés González García, ministro de Salud de la Nación, activó un protocolo que permite a adolescentes de 14 y 15 años, embarazadas a causa de una violación, abortar sin conocimiento de sus padres. El hoy ministro, en una gestión anterior del mismo cargo, fue un entusiasta repartidor de condones. Yo me atreví a criticarlo públicamente; me trató de fanático, y otras lindezas, y se descolgó con una frase antológica: “Dios perdona siempre, pero el sida no perdona”. Corregí, también, públicamente: Dios perdona siempre si nos arrepentimos, y proponemos enmendarnos, no si perseveramos cerrilmente en nuestro error. Llamo error al pecado, teniendo en cuenta que, en el griego clásico, y en el del Nuevo Testamento, pecado se dice ha amartía, sustantivo de un verbo que equivale a marrar el blanco, equivocar el camino, extraviarse, apartarse de la verdad, y de allí pecar voluntariamente.

En esta segunda gestión ministerial, González García no mejoró la puntería: Se ocupa de promover el aborto como solución a un problema de salud pública, como si el embarazo fuera una enfermedad. Tendría suficiente trabajo si se aplicara a remediar el lamentable sistema sanitario del país; no le quedaría tiempo para programar la ilegítima e inmoral liquidación de los niños por nacer.

Un equívoco frecuente lleva a identificar la oposición al aborto como una postura religiosa, confesional. Lo es, pero no en primer lugar. La razón antiabortista es ante todo científica: ¿qué es eso que crece silenciosamente en el seno de una mujer embarazada? ¿Y que crece por sí, y desde dentro, como diría Platón? La convicción abortista del presidente le ha llevado, en un escrito de 2018, a sostener que Santo Tomás de Aquino admitía la eliminación del embrión antes que este recibiera la animación definitiva por el alma racional. Como evidentemente desconoce la obra del Doctor Común de la Iglesia, no pudo advertir que, aun aceptando una animación progresiva, y la sucesión de almas vegetativa, sensitiva y racional, Tomás sostiene la unidad y continuidad de ese proceso, por lo cual afirma que es inmoral interrumpirlo en cualquiera de sus etapas. Esto lo enseñaba aceptando los datos de la biología aristotélica y la opinión de los científicos de su época, que fue ampliamente superada por los descubrimientos posteriores (colocamos una aclaración de la posición de Tomás de Aquino, escrita por el mismo Monseñor Aguer, en el siguiente punto).

Es preciso señalar, sin embargo, que en su estudio de la encarnación del Hijo de Dios deja de lado la embriología; Jesús, verdadero Dios, es verdadero y completo hombre desde el primer instante de su concepción en el seno de la Virgen María.

Insisto: el principal argumento antiabortista es de orden rigurosamente científico. Los estudios de genética desarrollados durante el siglo XX, en especial los de Jerome Lejeune – que Tomás de Aquino no conocía -, muestran que el microscópico embrión posee un ADN distinto del de sus progenitores; ya desde el primer instante de su concepción es XX o XY, una persona varón o una persona mujer, un ser humano, no un bicho de otra especie. No es un apéndice del cuerpo de su madre, para que esta pueda decir: “yo con mi cuerpo hago lo que quiero”. Debe ser reconocido como lo que es, y tutelado su derecho a la vida, a crecer, nacer, y ver la luz del sol.

El crimen del aborto ha sido empleado por los regímenes totalitarios y los imperialismos para evitar el crecimiento poblacional de los países pobres; es además una típica aspiración de la burguesía. Causan pena los partidos de izquierda, que en su ceguera ideológica no entienden que las mujeres pobres, en general, no quieren desprenderse de su hijito, aun cuando haya sido concebido contra su voluntad. Ellas poseen el sentido de la vida, del orden natural, despreciado por las sociedades cómodas de un Occidente deshumanizado. En muchos políticos argentinos los prejuicios ideológicos se han impuesto sobre la reflexión que descubre la verdad del ser; ignoran o repudian el concepto metafísico de naturaleza, y por tanto no pueden aprehender la realidad que este designa, y el orden natural que de ella se sigue.

Es preciso resistir a esta nueva intentona abortista del Estado, que de concretarse acarreará desgracias mayores de las que está sufriendo la sociedad argentina. Sería un paso más hacia el abismo de la degradación de la comunidad nacional, el triunfo del materialismo y el individualismo egoísta que privaría a nuestro pueblo del futuro digno que merece.

Acerca de la posición de Tomás de Aquino[4]

Santo Tomás de Aquino

“Para Tomás de Aquino, la concepción humana no se limita a un solo acto, sino que debe considerarse como un conjunto, y dura hasta que concluye la formación y organización del cuerpo, que es la acción principal. Son varias las etapas de este proceso; así lo explica en las Cuestiones «De Potentia», el Comentario al Libro de Job, en diversos pasajes de los Libros II y III de su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo y en la misma Suma Teológica. Sin entrar en detalles (que superarían las dimensiones de una nota periodística), enumero esas etapas que él llama: «resolución del semen», «compactación de la masa corporal», y la «distinción de los órganos»; es esa la preparación para recibir el alma racional, que es directamente creada por Dios. Se suceden un alma vegetativa y otra sensitiva, que son sucesivamente eliminadas para que finalmente se introduzca el alma racional y espiritual, que contiene la perfección de cada una de las otras.

Según esta embriología existe, pues, un orden de la naturaleza que puede describirse como una sucesión de almas que se van reemplazando; Tomás indica el momento de la dotación del alma racional para poder hablar entonces de una persona humana. El embrión va en camino hacia la perfección, cuya última fase corre entre la creación del alma por Dios y el nacimiento. El embrión mantiene su identidad a lo largo del desarrollo y desde el principio debe considerarse humano. J. E. Meyer habla de «personalidad embrionaria», ya que se trata de un organismo capaz de su propio desarrollo. En la embriología tomista queda claro que el embrión recibe desde el primer momento la naturaleza humana (Suma Teológica I-II q. 81, a.1, ad2).[5] Piotr Roszak, en su estudio sobre la vida del embrión según el gran Doctor de la Iglesia, explica que «de la continuidad del sujeto, a pesar de la discontinuidad de las formas (provisorias) que sufren el remplazo, surgen varias implicaciones éticas y un respeto al embrión desde el inicio».

            Tomás denuncia al aborto como pecado grave, y su embriología – que en la actualidad ya no goza de la exactitud científica que se le podía reconocer en el siglo XIII – implica que no es lícito abortar antes de que el embrión reciba el alma racional y espiritual que es la forma del cuerpo humano. Lo afirma claramente en la Suma Contra Gentiles, libro III, cap. 122; en ese pasaje declara al aborto pecado contra la naturaleza, y añade que ninguna especie animal, incluso las bestias, hace eso (cf. el Comentario al IV Libro de las Sentencias, d.31, q.2, a.3, donde lo estigmatiza como un «maleficium», es decir, una depravación).[6] Esta identificación del aborto con el «maleficium» lo iguala al homicidio y a la «occisión de un inocente». La eliminación de la vida embrional ataca a un sujeto que es el mismo a lo largo de todo el proceso, entendido este como un camino de perfección; por lo tanto, se trata de una operación ilícita que interrumpe un desarrollo natural que debe continuar hasta el nacimiento de la nueva criatura. Los principios metafísicos que rigen la antropología tomista – la distinción acto-potencia, la afirmación de que la vida de los vivientes es el acto de ser – permiten pensar que el momento de la concepción es el de la animación y el comienzo del ser personal del hombre, lo cual coincide con los descubrimientos de la ciencia actual.

            En el estudio de la Encarnación del Hijo de Dios, Tomás prescinde de la embriología: En el instante en que María consiente al anuncio del ángel, por la acción divina atribuida al Espíritu Santo, «del cuerpo de la Santísima Virgen se forma (empieza a formarse) el Cuerpo de Cristo», y es creada su alma humana, constituyéndose así una naturaleza humana que es asumida por la segunda Persona de la Trinidad divina (cf. Lectura sobre el Evangelio de Mateo, cap. 1, [94]). Jesús es hombre unívocamente a nosotros, como nosotros lo somos. «Corresponde al concepto de especie humana que el alma se una al cuerpo, ya que la forma no constituye la especie si no es el acto de una materia, y a esto se ordena la generación, por la cual la naturaleza tiende a comunicar su propia especie» (Suma Teológica III, q.2, a 5c).

           La enseñanza de la Iglesia sobre el aborto ha sido invariable desde el siglo I, y se encuentra expresada en los más antiguos documentos cristianos; está basada en el quinto precepto de la Ley judía: No matarás. El autor de la Didajé o Doctrina de los Doce Apóstoles, escribió: No matarás el embrión mediante el aborto, ni darás muerte a un recién nacido”.

                Hasta aquí el segundo artículo de Monseñor Aguer, quien concluye deseando que los políticos estudien, y procedan con honestidad, sabio consejo que parece no ser nunca secundado, pese a que muchas veces son estos políticos los que pretenden dar lecciones acerca de todo, tanto de lo que supuestamente saben, así como de lo  que manifiestamente no conocen, elogiando lo que frecuentemente no hacen, y criticando lo que ellos mismos repetidamente hacen y llevan a cabo. Una nota aparecida hace más de dos años, justamente sobre el debatido tema del aborto, observaba sagazmente: “Es necesario, parafraseando al ministro (de Ciencia de la nación), no usar argumentos sin las correctas definiciones científicas y filosóficas para imponer a los demás convicciones propias de nuestra visión del mundo”.[7]

 

[1] Declaraciones en: https://www.filo.news/actualidad/Alberto-Entiendo-que-estamos-en-condiciones-de-que-el-aborto-se-convierta-en-ley-20201119-0037.html (consultado el 20/11/2020).

[2] En La Prensa, versión on-line, del 5/02/2020 (http://www.laprensa.com.ar/485468-El-actual-gobierno-y-el-aborto.note.aspx), consultado el 20/11/2020.

[3] En el primer link que hemos colocado, se lee también que el presidente ha recientemente declarado que, efectivamente, en dicha oportunidad habló del tema con el cardenal Pedro Parolín, secretario de Estado del Papa, y al referirle que (siempre según Fernández), la doctrina de la Iglesia se había modificado con los siglos o que no había sido uniforme sobre el asunto, aquel simplemente “cambió de tema”.

[4] Conforme a lo que dijimos, presentamos esta digresión sobre el pensamiento tomista, expuesta y escrita por el mismo Monseñor Aguer unos meses antes, el 12/7/2019, titulada: Santo Tomás, ¿abortista?, publicado en: http://debatime.com.ar/aguer-santo-tomas-y-el-aborto/ (consultado el 20/11/2019) [Fuente: https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=35201].

[5] La cita dice: “Aunque el alma no se transmita por generación, ya que la virtualidad del semen corporal no puede causar un alma racional, el semen mueve hacia ella a modo de disposición. Luego por la virtud seminal se transmite la naturaleza humana del padre al hijo, y junto con la naturaleza se comunica también la infección de la misma. El que nace se hace partícipe de la culpa del padre por recibir de él la naturaleza mediante la virtud generativa”. Es claro que, para Santo Tomás, la naturaleza humana se transmite por el semen, y por lo tanto, el óvulo fecundado (embrión) es plenamente hombre (subrayado nuestro).

[6] El párrafo de la Suma contra Gentiles CXXII, en un contexto en el cual está analizando la efusión seminal ilícita (sin el debido fin de la generación) y el impedimento de la generación humana, afirma: “el pecado de homicidio, que destruye la naturaleza humana ya formada”, con evidente referencia al aborto, mencionado como realizado después del coito carnal.

[7] Cf. Ignacio Silva (Instituto de Filosofía; Univ. Austral), Aborto, Ciencia y religión: sobre Barañao y sus definiciones, en La Nación, Buenos Aires, del 5/03/2018 (https://www.lanacion.com.ar/2114295-aborto-ciencia-y-religion-sobre-baranao-y-sus-definiciones).

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