LA VIRGINIDAD DE MARIA SANTISIMA

LA VIRGINIDAD DE MARIA SANTISIMA

            Ante la próxima celebración de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, invitamos a una muy útil y piadosa reflexión sobre la Virginidad perpetua de María, antes, durante y después del parto, como toda la Tradición ha siempre sostenido. Veremos el fundamento escriturístico al respecto y el análisis en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Seguimos la muy buena exposición del R. P. Gastón Giacinti, IVE.

I. Fundamento en la Sagrada Escritura

  1. María, virgen en la concepción
    1. a) Isaías 7, 14: Es la citación del Antiguo testamento más iluminadora al respecto.

Biblia de Jerusalén: “Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Dios con nosotros)”.

Texto latino (Vul): Propter hoc dabit Dominus ipse vobis signum: ecce virgo concipiet et pariet filium et vocabitis nomen eius Emmanuhel

Texto griego (LXX): διὰ τοῦτο δώσει κύριος αὐτὸς ὑμῖν σημεῖον. ἰδοὺ ἡ παρθένος ἐν γαστρὶ ἕξει καὶ τέξεται υἱόν καὶ καλέσεις τὸ ὄνομα αὐτοῦ Εμμανουηλ.

Texto hebreo (BHS): לָ֠כֵן יִתֵּ֙ן אֲדֹנָ֥י ה֛וּא לָכֶ֖ם א֑וֹת הִנֵּ֣ה הָ עלַמְָ֗ה הָרָה֙ וְיֹלֶ֣דֶת בֵּ֔ן וְקָרָ֥את שְׁמ֖וֹ עִמָּ֥נוּ אֵֽל

1 – El contexto: En un momento de aprieto para la dinastía de David, el profeta Isaías recibe orden de dar seguridades al rey Ajaz de la protección divina. Para más asegurarle, le ofrece una señal, un prodigio, que el rey rehúsa, porque, por encima del auxilio divino, esperaba el del soberano de Nínive.

Santamente indignado, el profeta da entonces al rey otra señal, no de salud, sino de castigo para el reino de Juda: “He aquí que la virgen grávida da a luz un hijo y le llama Emmanuel. Y se alimentará de leche y miel hasta que sepa desechar lo malo y elegir lo bueno, pues antes que el niño sepa desechar lo malo y elegir lo bueno, la tierra por la cual temes, de esos dos reyes será devastada. Hará venir Yahveh sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde que Efraím se separó de Juda” (Is 7, 14-16).

2 – Términos (señalados en negrita):

  1. a) El hebreo ‘ALMAH – עלַמְָ֗ה:

Con respecto al sustantivo hebreo ‘almah, se enumeran entre sus significados: “niña casadera”, “una niña que puede casarse” y “una mujer joven” (hasta el nacimiento de su primer hijo). El significado básico es una mujer (la edad es menos importante) lista (capaz) para casarse.

El período de vida que abarca este término está mal definido y es bastante largo, y abarca desde el inicio de la pubertad hasta el nacimiento del primer hijo de una mujer.

  1. b) El griego PARTHENOS – παρθένος:

La Septuaginta (LXX) es la traducción de las Escrituras del hebreo al griego (alrededor del s. III a.C.), realizada para beneficio de los judíos de habla griega en Egipto. Esta es la versión que tradujo ‘almah como “parthenos”, que en griego significa “virgen”.

San Juan Pablo II dice: en la traducción griega, el vocablo hebreo se tradujo con el término parthenos: virgen. En este hecho, que podría parecer simplemente una particularidad de la traducción, debemos reconocer una misteriosa orientación dada por el Espíritu Santo a las palabras de Isaías, para preparar la comprensión del nacimiento extraordinario del Mesías.

b) Mateo 1, 18. 24-25: Donde también se cita, posteriormente, el texto de Is 7, 14 en su versión griega.

18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, Maria, estaba desposada con Jose, y antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo… (El Sueño de José) 24Despertado Jose del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomo consigo a su mujer. 25Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesus.

18 Τοῦ δὲ Ἰησοῦ Χριστοῦ ἡ γένεσις οὕτως ἦν. μνηστευθείσηςτῆς μητρὸς αὐτοῦ Μαρίας τῷ Ἰωσήφ, πρὶν ἢ συνελθεῖν αὐτοὺς εὑρέθη ἐν γαστρὶ ἔχουσα ἐκ πνεύματος ἁγίου… (sueño de José…) 24 ἐγερθεὶς δὲ ὁ Ἰωσὴφ ἀπὸ τοῦ ὕπνουἐποίησεν ὡς προσέταξεν αὐτῷ ὁ ἄγγελος κυρίου καὶ παρέλαβεν τὴν γυναῖκα αὐτοῦ, 25 καὶ οὐκ ἐγίνωσκεν αὐτὴν ἕως οὗἔτεκεν υἱόν· καὶ ἐκάλεσεν τὸ ὄνομα αὐτοῦ Ἰησοῦν.

            Los exegetas afirman unánimemente que la celebración del matrimonio entre los israelitas constaba de dos actos principales, que en nuestro idioma podrían llamarse: 1- esponsales (compromiso) y 2- nupcias, aunque el significado no es el mismo.

Para nosotros, esponsales o compromiso es una promesa de matrimonio futuro; las nupcias son la celebración propiamente dicha del contrato matrimonial. Para los judíos, en cambio, esponsales o compromiso constituía un verdadero contrato matrimonial, que luego se complementaba con lo que llamaríamos las nupcias, con la entrada solemne de la novia a la casa de su marido en medio de grandes festividades y regocijos.

            La Anunciación tuvo lugar después de los esponsales, pero antes de las nupcias: “Maria, estaba desposada con Jose y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo” (Mt 1, 18).

            La segunda parte del texto citado: “Despertando Jose del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomo consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesus” (Mt 1, 24-25).

            San Jerónimo dice que las preposiciones ‘usque’, ‘donec’ (“hasta que”), se pueden entender en la Sagrada Escritura de dos maneras: – significa unas veces un tiempo determinado, como en los Gálatas (3, 19): “La Ley se dio por las transgresiones ‘hasta que’ viniese la descendencia a quien la promesa había sido hecha”.

            – A veces significa un tiempo indefinido, como en el salmo (123, 2): “Nuestros ojos se elevan al Señor ‘hasta que’ se compadezca de nosotros”. De donde no se ha de entender que se apartan los ojos del Señor luego de haber alcanzado la misericordia. Conforme a este (segundo) modo de hablar, se significan aquellas cosas de las que “se pudiera dudar si no hubieran sido escritas dejando a nuestra inteligencia lo demás. Según esto, el evangelista dice que la Madre de Dios no fue conocida por su esposo hasta el parto, para que entendamos que mucho menos lo fue después del parto”.

            Respecto a la expresión: Hasta que” (ἕως οὗ)

            La sentencia de que José “no conoció [a María] hasta que ella dio a luz a su primogénito” no necesariamente significaría que sí se “conocerán” después de que ella haya dado a luz a Jesús. ‘Hasta’ se usa a menudo en las Escrituras como parte de una expresión idiomática similar a nuestro propio uso en inglés. Puedo decir: “Hasta que nos volvamos a ver, que Dios te bendiga”. ¿Eso significa necesariamente que después de que nos volvamos a encontrar, Dios te va a maldecir? De ninguna manera. Una frase como esta se usa, por el contrario, para enfatizar lo que se describe antes de que se cumpla ‘el hasta’. No pretende decir nada sobre el futuro más allá de ese punto.

            Algunos ejemplos bíblicos al respecto:

– 2 Samuel 6, 23: “Y Mical la hija de Saúl no tuvo hijos hasta (hasta) el día de su muerte” (¿Significa esto que tuvo hijos después de su muerte?)

– 1 Timoteo 4, 13: “Hasta que yo venga, ocúpate de la lectura pública de las Escrituras, de la predicación y de la enseñanza”. (¿Significa esto que Timoteo debería dejar de enseñar después de la llegada de Pablo?)

– 1 Corintios 15, 25: “Porque es necesario que él (Cristo) reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies” (¿Significa esto que el reinado de Cristo después terminará? ¡De ninguna manera! Lucas 1, 33 afirma: “él reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”).

c) Lucas 1, 26-27. 31. 34:

26Al sexto mes fue enviado por Dios el angel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27a una virgen desposada con un hombre llamado Jose, de la casa de David; el nombre de la virgen era Maria…

31Concebirás en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesus (…) 34Maria respondió al angel: “¿Como será esto, puesto que no conozco varón?

26 Ἐν δὲ τῷ μηνὶ τῷ ἕκτῳ ἀπεστάλη ὁ ἄγγελος Γαβριὴλ ἀπὸ τοῦ θεοῦ εἰς πόλιν τῆς Γαλιλαίας ᾗ ὄνομα Ναζαρὲθ 27πρὸς παρθένον ἐμνηστευμένην ἀνδρὶ ᾧ ὄνομα Ἰωσὴφ ἐξ οἴκου Δαυὶδ καὶ τὸ ὄνομα τῆς παρθένου Μαριάμ (…) 31καὶ ἰδοὺ συλλήμψῃ ἐν γαστρὶ καὶ τέξῃ υἱὸν καὶ καλέσεις τὸ ὄνομα αὐτοῦ Ἰησοῦν (…) 34εἶπεν δὲ Μαριὰμ πρὸς τὸν ἄγγελον· πῶς ἔσται τοῦτο, ἐπεὶ ἄνδρα οὐ γινώσκω;

Fresco de Josef Kastner (1906-11). Iglesia Camelita de Dobling, Viena.

          A este anuncio sobre el nacimiento de un hijo, la Virgen tiene una dificultad que oponer, y la presenta con suma modestia. Esta dificultad resulta, por otra parte, bien rara en una desposada: “¿Cómo podrá ser esto, si yo no conozco varón?” En efecto, semejantes palabras no tienen sentido razonable si no es en el supuesto de un voto de virginidad, inconcebible en una desposada sin el consentimiento del esposo.

            Todo esto es extraño y no tiene en la Escritura nada semejante, pero se explica bien teniendo presente que nos hallamos en el momento solemne en que Dios interviene en la historia de la humanidad para derramar sobre ella su espíritu. Lo que en boca de Maria nos parece extraño, lo dirán desde ahora millares de almas que sacrificarán al amor de Dios el honor de la maternidad.

  1. María, virgen en el parto

– Isaías 7, 14: “He aquí que una virgen está encinta y va a dar a luz un hijo”.

– Lucas 1, 26-27: “Al sexto mes fue enviado por Dios el angel Gabriel… a una virgen desposada con un hombre llamado José (…) vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo”.

            No cabe duda que el Espíritu Santo anunciaba en este oráculo de Isaías los misterios del Evangelio, y que en las palabras de Isaías se intentaba predecir la virginidad de Maria en el parto.

            La manera que San Lucas emplea para narrar el parto de María, diciendo que ella “lo envolvió en pañales y lo reclino en un pesebre”, parece indicar el parto virginal, sin dolores ni molestias de ningún género. La tradición cristiana ha considerado este punto como una consecuencia de la concepción virginal. La Madre que concibió sin perjuicio de su integridad virginal, por un milagro de Dios, no podía perder esa integridad al dar a luz a su hijo, que no solo es suyo, sino que es también Hijo de Dios.

  1. María, virgen después del parto

            En relación al parentesco de esos “hermanos” con Jesús, notemos los nombres de algunos de ellos, Santiago y José, Simón y Judas. Pues bien, entre las mujeres que, según San Marcos (15, 40), asistieron a la muerte de Jesús, se cuenta una María madre de Santiago el Menor y de José. Es claro que esta María no era la Madre de Jesús, ni su esposo era ese José. Y notemos que este Santiago es Santiago el Menor, el hermano del Señor, que según San Pablo, fue el jefe de la iglesia madre de Jerusalén.

            En San Lucas 24, 10, esta María es apellidada madre de Santiago, sin duda por la importancia mayor de este, así como San Judas el Apóstol se denomina también hermano de Santiago por la misma causa. Resulta, pues, de esto que los cuatro principales ‘hermanos’ del Señor no serían más que sobrinos de José, y, por tanto, primos del Señor en la medida en que José era su padre.

 

III. ANALISIS SEGÚN LA SUMA TEOLOGICA (III, q. 28)

  1. Virgen en la concepción (a. 1)

            El encabezado del artículo se pregunta “si la bienaventurada María fue virgen en la concepción de Cristo”. El Aquinate responderá que “es absolutamente necesario confesar que la madre de Cristo concibió de modo virginal. Lo contrario es la herejía de los Ebionitas y de Cerinto”.

            La concepción virginal de Cristo es conveniente por cuatro motivos:

– 1°) Para salvaguardar la dignidad del Padre que le envía. Al ser Cristo verdadero y natural Hijo de Dios, no fue oportuno que tuviera otro padre más que Dios, a fin de que la dignidad de Dios no fuese transferida a otro alguno.

– 2°) Convino a la propiedad del mismo Hijo, que es enviado. Él es, en efecto, el Verbo de Dios. Ahora bien, el Verbo es concebido sin corrupción alguna del corazón; no sólo eso, sino que la corrupción del corazón no permite la concepción de un verbo perfecto. Por consiguiente, como el Verbo tomó la carne para que fuese carne del Verbo, fue conveniente que también fuese concebida sin corrupción de la madre.

– 3°) Eso fue conveniente a la dignidad de la humanidad de Cristo, en la que no debió haber sitio para el pecado, puesto que por medio de ella era quitado el pecado del mundo, según Jn 1, 29: “He aquí el Cordero de Dios, es decir, el inocente, quien quita el pecado del mundo”. Pero no era posible que de una naturaleza ya corrompida por la unión sexual naciese una carne exenta de la contaminación del pecado original.

– 4°) Por el mismo fin de la encarnación de Cristo, que se ordenó a que los hombres renaciesen como hijos de Dios no de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios (Jn 1, 13), es decir, del poder de Dios. El ejemplar de este acontecimiento debió manifestarse en la misma concepción de Cristo. Por lo que escribe Agustín en el libro De Sancta virginitate: “Convenía que nuestra cabeza, por un milagro extraordinario, naciese corporalmente de una virgen, a fin de dar a entender que sus miembros nacerían, espiritualmente, de la Iglesia virgen”.

  1. Virgen en el parto (a. 2)

            Se pregunta “si la Madre de Dios fue virgen en el parto”. Se cita, en primer lugar, un sermón del concilio de Éfeso: “La naturaleza ignora la virginidad después del parto. La gracia, en cambio, puso de manifiesto a la parturienta, hizo a la madre, y no dañó a la virginidad. Por consiguiente, la Madre de Cristo fue virgen en el parto”.

            Es preciso defender, sin duda de ninguna clase, que la Madre de Cristo fue virgen también en el parto, puesto que el Profeta (Is 7, 14) no dice solamente: “He aquí que la virgen concebirá”, sino que añade: “y parirá un hijo”. Esto fue conveniente por tres motivos.

– 1°) Porque correspondía a la propiedad de quien nacía, que es el Verbo de Dios. El Verbo, en efecto, no sólo es concebido en la mente sin corrupción, sino que también procede de ella sin corrupción. Por lo que, a fin de manifestar que aquel cuerpo era el mismo Verbo de Dios, fue conveniente que naciese del seno incorrupto de una virgen. De ahí que en un Sermón del Concilio de Éfeso se lea: “La que da a luz pura carne, pierde la virginidad. Pero, al ser el Verbo de Dios quien nace en carne, el propio Dios conserva la virginidad, demostrando con ello que es el Verbo. Ni siquiera nuestro verbo corrompe la mente cuando sale de ella. Y Dios, Verbo sustancial, al optar por el parto, tampoco destruye la virginidad”.

– 2°) Porque esto es conveniente en lo que atañe al efecto de la encarnación de Cristo, pues vino para quitar nuestra corrupción. Por eso no fue oportuno que, al nacer, corrompiese la virginidad de la madre. Debido a esto, dice Agustín en un sermón De Nativitate Domini: “No era justo que con su venida violase la virginidad quien había llegado para sanar lo que estaba corrompido”.

– 3°) Fue conveniente para que, al nacer, no menoscabase el honor de la madre Aquel que había mandado honrar a los padres.

  1. Si permaneció virgen después del parto (a. 3)

            Es preciso detestar, sin duda de ninguna clase, el error de Helvidio, quien osó decir que la Madre de Cristo, después del parto, fue carnalmente conocida por José y que tuvo de él otros hijos.

– 1°) Porque eso rebaja la perfección de Cristo, quien, como según la naturaleza divina es el Unigénito del Padre (cf. Jn 1, 4) e Hijo suyo totalmente perfecto (cf. Heb 7, 28), así también convino que fuese unigénito de la madre, como hijo suyo perfectísimo.

– 2°) Porque este error injuria al Espíritu Santo, cuyo sagrario fue el seno virginal, en el que formó el cuerpo de Cristo; por lo que no resultaba decoroso que fuera en adelante violado por la unión carnal.

– 3°) Porque eso va en detrimento de la dignidad y de la santidad de la Madre de Dios, que daría la impresión de una total ingratitud si no se contentase con un Hijo tan excepcional, y si quisiese perder espontáneamente, mediante la unión carnal, la virginidad que milagrosamente había sido conservada en ella.

– 4°) Porque el propio José caería en una suprema presunción en caso de intentar contaminar a aquella cuya concepción por obra del Espíritu Santo había conocido él mediante la revelación de un ángel.

            Por lo tanto, es absolutamente necesario afirmar que la Madre de Dios, como concibió y dio a luz siendo virgen, así también permaneció virgen para siempre después del parto.

  1. El voto de virginidad (a. 4)

            Según se dijo en la segunda Parte, las obras de perfección son más laudables si se hacen en virtud de un voto. Pues bien, en la Madre de Dios debió sobre todo resplandecer la virginidad. Por eso, conveniente que su virginidad estuviera consagrada a Dios con voto.

            En la antigua ley, sin embargo, era preciso que tanto los hombres como las mujeres atendiesen a la generación, pues el culto divino se propagaba por la generación carnal, hasta que Cristo naciese de aquel pueblo. No es, pues, creíble que la Madre de Dios hubiera hecho un voto absoluto de virginidad antes de desposarse con San José. Y aunque lo deseara se encomendaba sobre ello a la voluntad divina. Mas, una vez que lo recibió como esposo, según las costumbres de aquel tiempo lo exigían, junto con su esposo hizo voto de virginidad.

            En la respuesta a la primera objeción, afirma: “Como parecía contrario a la Ley no procurar dejar descendencia sobre la tierra, por dicha razón la Madre de Dios no hizo el voto absoluto, sino condicionado, si a Dios placía; luego que conoció que era agradable a Dios, hizo el voto absoluto, y esto antes de la anunciación del angel”.

R. P. Gastón Giacinti, IVE.

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