El discípulo a quien Jesús amaba: Comentario exegético y teológico del evangelio de San Juan
VIPress, Neumarkt i. d. Opf. 2024.
EXPOSICIÓN DEL LIBRO (de mi autoría), en Montefiascone (Italia), el 4/10/2024.
- Introducción: el porqué del libro
En el año 2016, el R.P. Miguel Ángel Fuentes, IVE, había venido a impartir un curso de actualización teológica. Se trataba de un comentario a la carta de San Pablo a los Romanos. Durante el curso, uno de los sacerdotes asistentes presentó una objeción, diciendo que le parecía que la interpretación que se presentaba le resultaba muy subjetiva, como si se tratara de poner un modelo o forma determinada al texto, en lugar de dejarlo hablar por sí mismo. El relator contestó que le parecía no ser así, pues buscaba dar el fundamento de las cosas que decía y afirmaba, aunque reconocía que el suyo era sólo un aporte y no era el único análisis posible. En todo caso, añadió, si se daba el caso de que había algún defecto en ello, por falta de plena competencia en el campo de la exégesis, esperaba que fueran los que habían estudiado científicamente la Biblia en nuestro Instituto los que escribieran y publicaran estudios y libros sobre el tema, cosa que veía que no se hacía.
Poco después comprobé que el propio padre Fuentes, en su comentario al Evangelio de Lucas, afirma lo siguiente: «Acepto no ser jamás perdonado por reputar que el Evangelio firmado por el médico Lucas lo escribió el mismo médico Lucas sin que se metiera de por medio ninguna comunidad primitiva, así como que la última página de este Evangelio ya se leía entre los primeros cristianos cuando todavía Tito no había puesto sus botas sobre las ruinas de Jerusalén. Cosas todas, lo reconozco, que impedirían la digestión de la mayoría de los biblistas contemporáneos (¡digo mayoría y no totalidad, oh minoría fiel y devota de exégetas leales… de quien sigo esperando, sin embargo, los escritos que me ahorren meterme donde no me corresponde!)». En el curso al que nos referimos, añadía al final: «Hay muchos sacerdotes con más pericia que la mía que podrían hacer un trabajo de investigación mejor que el que yo hago, y sin embargo no lo hacen».
Pues bien, estas declaraciones es uno de los motivos que me impulsaron a intentar hacer un comentario exegético teológico de un evangelio. El otro motivo fue más concreto, y se trató de un curso que tuve que hacer en el ciclo institucional del Instituto Teológico San Pietro de Viterbo en el año 2015 acerca dell’ Opera Giovannea (obras escritas de San Juan). Aunque creo no haber pronunciado ninguna herejía durante dicho curso, me sorprendió el interés que mostraron algunos alumnos, tanto religiosos como laicos, por conocer la doctrina, su conexión con el texto bíblico, asombrándose de las afirmaciones de la Tradición, el Magisterio, y el propio análisis de la Escritura, a favor de que Juan Apóstol sea el autor del evangelio que lleva su nombre.
Esta segunda razón fue más decisiva, y se vio reforzada cuando durante el año lectivo 2017-2018 tuve que impartir por segunda vez, a lo largo del año, el curso de San Juan I y San Juan II en el seminario San Vitaliano y centro San Bruno de Segni, además de cursos más pequeños en el estudiantado de las hermanas Servidoras. Aunque ya había iniciado otro proyecto, decidí ponerme a escribir el comentario de Juan como una meta para poder publicarlo en algún momento de mi historia personal, rogando al Señor que mi historia personal en esta tierra se alargara al menos hasta poder dar a luz esta obra. Gracias a Dios, después de siete años, con muchos retrasos, lentitudes, fracasos y correcciones, esta obra, ciertamente mejorable y no exenta de defectos, conoció la luz del día.
- Enfoque
Sólo para brindar una visión de conjunto acerca del planteamiento general que hemos seguido, expongo brevemente algunos párrafos del prefacio que escribí para esta obra:
«No pretendemos ser exhaustivos ni menos agotar todo lo que puede decirse sobre esta obra trascendental (el evangelio de Juan), no sólo para el cristianismo sino para toda la humanidad. Hemos tratado de leer atentamente, meditar y saborear el texto, lo más que pudimos, y tratar de ser didácticos y claros a la hora de exponerlo por escrito. Hemos consultado autores patrísticos, clásicos, varios modernos y también las fuentes magisteriales. Hemos sido críticos con muchos autores, incluso con los que hemos citado de continuo, tratando de explicar y fundamentar el por qué. En este sentido, somos conscientes de haber caminado y de caminar en dirección contraria a la corriente general de los estudiosos. Nos parece, como lo declaramos varias veces en el texto, que la evidencia extraída del mismo Evangelio, del resto del Nuevo Testamento, de la tradición patrística y de varias declaraciones magisteriales, tiene más peso y asidero que el que pueden aportar muchos comentaristas y estudiosos modernos, aunque los hay de gran erudición y honestidad intelectual. En lo que se refiere a cuestiones de autenticidad e historicidad, nos parece que no hay razones válidas que lleven a poner en tela de juicio lo ya refrendado por el Magisterio en la declaración de la Pontificia Comisión Bíblica –la que ya citaremos puntualmente–, De quarto evangelio, Autore e verità storica del quarto vangelo, de 1907. En ese entonces, la citada Comisión era órgano de definición del magisterio eclesial ordinario, y pese a que su configuración actual no es la misma, todo lo afirmado en aquel entonces sigue teniendo valor, aunque no se lo reconozca frecuentemente en el mundo exegético. Lo mismo vale para la más reciente declaración Sancta Mater Ecclesia sobre La verdad histórica de los Evangelios, de 1964, publicada cuando el concilio Vaticano II estaba ya en fase de finalización»[1].
- Método seguido
En cuanto al método, el volumen pretende ser un estudio expositivo, seguido de uno exegético y, por último, interpretativo del Evangelio de Juan. No tiene pretensiones de ser exhaustivo, sino más bien trata de presentar un panorama accesible al lector ordinario, al mismo tiempo que contiene algunos elementos útiles para quienes prefieren un enfoque más técnico y profundo.
Hemos seguido, como norma general, la división de los capítulos según los veintiún capítulos del evangelio de San Juan. La división interna de cada capítulo no siempre es uniforme, pero es posible distinguir:
1 – Una primera parte introductoria con la presentación de los diferentes capítulos del evangelio en general, presentando situaciones de lugar, tiempo, algunas cuestiones particulares planteadas por los estudiosos sobre la autenticidad o no de algunos versículos o párrafos enteros del capítulo en cuestión, a favor y en contra, así como su posición en el evangelio canónico tal y como se la puede encontrar en la actualidad.
2 – Una parte estructural (no siempre detallada o por separado), que muestra la estructura de todo el capítulo o de sus partes fundamentales, con la presentación del texto griego y español a dos columnas, y una primera columna donde se enumeran los diferentes elementos y recursos lingüísticos-estilísticos que encontramos a lo largo del texto, señalando así: inclusiones, paralelismos de diferentes tipos, repeticiones, estructuras concéntricas, las diferentes secciones del capítulo. Presentamos muchas veces las diferentes propuestas que han surgido de distintos estudiosos, tratando de mostrar y fundamentar nuestra elección, como hicimos para la parte introductoria (en el capítulo 11, por ejemplo, hemos presentado estructuras propuestas por diversos autores, pp. 371 y ss.).
Analizar la estructura de un texto puede parecer un asunto demasiado técnico, dirigido sólo para eruditos y gramáticos, pudiendo a veces e parecer una vana búsqueda de exquisitez o de sutilezas innecesarias. En cambio, es útil para que resulte posible lograr una mayor comprensión del texto o, al menos, descubrir las líneas maestras a través de las cuales se comprende el sentido de un párrafo o incluso de todo un capítulo.
3 – La tercera parte (a veces es la segunda porque se une al análisis estructural) es el análisis exegético, que suelo titular: «análisis de elementos singulares». Exégesis significa “sacar (del texto)”, y de eso se trata: ver qué significa esta palabra, qué significa la otra, a veces tomamos dos o tres palabras juntas o una frase entera o incluso un versículo (sobre todo esto último, para no alargarnos demasiado). Para ello, he intentado recurrir a diversos autores, la mayoría católicos (I de la Potterie, M-J. Lagrange), otros no; algunos con cierto sesgo racionalista (vbg. Brown; Wikenhauser) pero que, sin embargo, hacen un análisis filológico e histórico de gran importancia; también me he servido de gramáticas griegas y de otros comentaristas y fuentes.
Este análisis recorre todos los capítulos de Juan. A veces ocupa el primer lugar en el estudio del capítulo (como en el caso del Prólogo), otras veces nos obliga a concentrarnos en los versículos más importantes, dejando fuera otros ante la imposibilidad física de comentarlos todos.
En esta parte exegética damos también ciertamente espacio a la dimensión teológica cuando resulta muy evidente, aunque solemos dejar la consideración especulativa para el punto siguiente.
4 – La última parte de cada capítulo es la interpretativa, donde buscamos el sentido teológico del capítulo o párrafo en cuestión, con aplicaciones espirituales o morales. Esta sección la denominamos «elementos de profundización». Nos ha parecido mejor utilizar como referencia para ello el comentario de Santo Tomás de Aquino, considerado por muchos como una obra insuperable sobre este evangelio[2].
Ciertamente que hemos tenido cuidado en no repetir textualmente esta obra de Aquino. Hemos elegido unos temas para cada capítulo, cuyo estudio procuramos enriquecer con aportaciones propias y tomadas de otros autores, procurando conservar el espíritu con que el Aquinate había escrito el suyo, de modo que el resultado de esta sección pueda ser de utilidad para el estudio teológico, pero también para la meditación y la lectio divina.
Conviene señalar que el comentario del Aquinate no se basa únicamente en citas de los Padres y reflexiones espirituales. Es muy literal en ciertos aspectos y también trata de ser riguroso en el estudio del texto y de los hechos relatados: Al menos dos o tres veces afirma que el evangelio de Juan es el más cronológico de todos en cuanto a la forma de presentar los distintos episodios de la vida de Jesús. El tratamiento que da sobre la forma de resolver el día preciso del mes de Nisán en que Jesús celebró la Última Cena es muy científico, dada la diferencia que se plantea entre el relato de Juan y los de los sinópticos. Hemos intentado completarlo enumerando las diversas teorías puramente actuales sobre el tema, pero adoptando en último término la presentada por el Aquinate que parece imponerse lógicamente a las demás (en nuestro libro, pp. 435-37).
Otro elemento importante del comentario del Aquinate que pretendemos destacar es la particular interpretación espiritual que hace y que titula, en el comentario joánico, sentido místico (utilizando el término latino: mystice), que consiste en deducir un sentido espiritual en los hechos de la vida de Jesús a la manera de una figura o tipología, aunque no tanto fundamentada en hechos o acontecimientos del Antiguo Testamento -como en el sentido figurado-, sino fuertemente justificada por diversas frases y citas del AT e incluso del Nuevo, leídas como aplicadas a la vida y hechos de Jesús (pp. 440-41).
Por último, repetimos lo que ya hemos dicho: que no pretendemos agotar todo lo que se puede decir sobre el evangelio joánico, y que sin duda habrá mejores comentarios. Nuestro objetivo es aportar un grano de arena al estudio, contemplación y adhesión al misterio del Verbo que se hizo carne, misterio que el evangelista Juan describió y conoció como nadie más pudo hacerlo.
[1] C. Pereira, El discípulo a quien Jesús amaba, VIPress, Neumarkt i. d. Opf. 2024. 7-8.
[2] In Evangelium Ioannis expositio. Utilizamos la siguiente edición italiana: Commento al Vangelo di San Giovanni; ed. Città Nuova, Roma 1992, vol. I-III, confrontándola a menudo con el original latino, y algunas veces, con la vieja edición de Parma.