PAN COTIDIANO Y PAN SUPERSUSTANCIAL

PAN COTIDIANO Y PAN SUPERSUSTANCIAL

Iglesia del Padre Nuestro en Jerusalén

  • 1. Introducción

La oración dominical, así llamada porque fue enseñada directamente por Jesús; el Padre Nuestro, aparece dos veces en los evangelios canónicos: En Mateo 6, 9-13, en el contexto del sermón de la Montaña, en Galilea, y en Lucas 11, 2-4, con una formulación algo diversa, y en un contexto también diverso.

            La expresión que ahora nos interesa es traducida por San Jerónimo, en la vieja edición de la Vulgata latina, de dos modos distintos: Panem nostrum supersubstantialem da nobis hodie, para Mt 6,11 y: Panem nostrum cotidianum da nobis cotidie, para Lc 11,3.[1] Decimos traducida porque normalmente se considera ser el griego la lengua original de los evangelios, tal como lo demuestran los más antiguos manuscritos.

            El interrogante de por qué el doctor oriundo de Dalmacia tradujo de dicho modo se vuelve particularmente interesante, desde el momento en que el texto griego presenta el mismo término para ambos casos: τoν ἄρτον ἡμῶν τoν ἐπιούσιον δoς ἡμῖν σήμερον para Mt 6,11 y: τoν ἄρτον ἡμῶν τoν ἐπιούσιον δίδου ἡμῖν τo καθ᾽ἡμέραν·, para Lc 11,3. En ambas recurrencias, el término griego (considerado original por los evangelios canónicos) es el mismo: epioúsion. Si San Jerónimo tradujo de dos modos distintos, bien fue porque consideró que el término original arameo (la lengua en la que Jesús hablaba) era ambivalente, o bien que el término en griego procedía de etimologías diversas, o bien había sido usado con ambos significados por algunos padres o autores cristianos de lengua griega.

  • 2. Recurso a la lengua aramea y etimologías en griego

            El recurso a la lengua aramea se hace difícil en este caso. La versión más conocida en lengua siríaca (la última versión escrita del arameo bíblico), la llamada Peshitta (simple) no ayuda en gran medida, pues utiliza el mismo término en ambos versículos: sounqana, que significa literalmente: “de nuestra necesidad”, o “necesario”, si se quiere. La mayoría de los estudiosos data la versión Peshitta como de fines del siglo III o del siglo IV d.C., y piensa que es una versión que depende del griego.

            Pasemos ahora al argumento de las posibles etimologías: Orígenes (185 – 254 d.C.), quien fuera un eminente filólogo y quizás el escritor cristiano más prolífico de la antigüedad, había notado lo siguiente respecto del término épiousios: «Dicho término no es empleado por ningún sabio de entre los griegos, ni es usado en el lenguaje corriente, sino que parece haber sido impuesto por los evangelistas … Lo mismo decimos para otros términos empleados por aquellos que han traducido las Escrituras hebreas. Por ejemplo, un término análogo a épiousios fue escrito por Moisés y puesto en boca de Dios: Si quieren obedecerme y guardar mi alianza, serán mi propiedad (périousios)[2] entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece (Ex 19,5). Uno y otro parecen derivar de ousía (sustancia); el primero designa el pan transformado en nuestra sustancia, el segundo designa el pueblo que vive “alrededor” (perí) de la sustancia divina, y que participa de ella (…) La sustancia se asemeja necesariamente al pan; de tal modo que así como el pan corporal, donado para el cuerpo de quien se nutre, se transforma en su sustancia, así también el pan vivo que desciende del cielo, dado para el espíritu y el alma, dona de su propia fuerza a aquel que comparece para alimentarse de él; lo mismo sucederá con el pan supersustancial que pedimos … El pan supersubstancial, que se adecúa a la naturaleza racional y se conecta a la misma substancia, aporta al mismo tiempo la salud, el bienestar y la fuerza al alma, y dona su propia inmortalidad a aquel que lo ingiere, porque el Verbo de Dios es inmortal. Aquel que recibe el pan supersustancial fortalece su corazón y llega a ser hijo de Dios … Único es el pan supersustancial; por lo tanto, debemos pedir ser dignos de nutrirnos del Verbo de Dios, que estaba al Principio con Dios, para ser divinizados».

            Esta es la primera etimología que propone Orígenes, y la que más parece satisfacerlo. Pero admite una segunda: «Si decimos que épiousios se forma a partir de ἐπιεναι (ocurrir, acaecer), significa entonces que recibimos la orden de pedir el pan futuro, que Dios nos donará por previsión, y aquello que debería darnos mañana nos lo dará también hoy; de tal modo que decir “hoy” es como decir “el siglo presente”, y “mañana”, como decir: “el porvenir”. No obstante, a mi juicio, es mejor la primera significación».[3]

  • 3. Interpretación de los Padres griegos

Los Padres griegos han seguido mayoritariamente a Orígenes, sea para la primera de las acepciones del término como para la segunda. Admitiendo la primera etimología, el significado que se impone es: “por encima de la sustancia”; del que deriva: “conveniente a nuestra naturaleza”, “suficiente”, “adecuado”, “apropiado”, “necesario”. Si admitimos la segunda, en cambio, conseguimos un significado temporal: “para el día siguiente”; o sea: “cotidiano”, bien que lo entendamos del día en curso (ahora): “para este día”, bien que lo entendamos del día siguiente: “para mañana”.[4]

1 – Los que han vinculado épiousios a epí (sobre) + ousía (sustancia):Cirilo de Jerusalén, Marius Victorinus Afer, Teodoro de Mopsuestia (todos ellos de mediados a fines del siglo IV d.C.); Isidoro de Pelusio, Cirilo de Alejandría (del siglo V, con una tendencia a interpretar como: “conveniente para el alma o para el cuerpo”), Pseudo Crisóstomo (fecha imprecisa), Teofilacto de Bulgaria (siglo IX).

2 – Los que lo han relacionado al verbo epiénai: “ocurrir”, y que conlleva un sentido futuro, o bien “cotidiano”. Hemos visto que Orígenes no la prefiere e incluso fue combatida por Cirilo de Alejandría. Entre los que la sostuvieron: Pseudo-Atanasio, Tito de Bosra, Evagro Póntico (todos de la segunda mitad del s. IV, y con un sentido futuro); S. Juan Crisóstomo (del mismo período, pero con el sentido de “cotidiano”). También podemos colocar aquí las llamadas versiones en lenguas antiguas: La vieja versión latina (Vetus Latina) que utilizó Tertuliano (fines del s. II) lee: “quotidien”, y seguramente coincide con las viejas versiones siríacas (Curetioniana y sinaítica), que lee: amîno (continuado, sin interrupción). Una vieja versión gótica lee: “perpetuo”, y las versiones coptas: La sahídica: “viniente”; la bohárica: “para mañana”.

3 – Otros padres, incluso algunos de gran importancia como Basilio de Cesarea (s. IV) y Máximo el Confesor (650), exponen ambas soluciones, si bien, a causa de Orígenes, parecen inclinarse por la primera. Finalmente, San Juan Damasceno, el último padre oriental y representante final del período patrístico (745), así se expresa: «Este pan es la primicia del pan futuro, llamado épiousios, porque este término caracteriza sea el pan futuro (del siglo futuro), sea el consumido para conservación de nuestra sustancia. De uno u otro modo, designará sin duda el cuerpo del Señor».[5]

  • 4. Los padres latinos

            Respecto a los Padres latinos, hasta el aparecer de la Vulgata, estos han generalmente utilizado las traducciones que leían quotidianum en lugar de épiousios. San Ambrosio afirma, por ejemplo: «El latín llama “quotidien” este pan, y los griegos lo llaman “del día de mañana”. De modo que tanto lo que dice el latín como lo que afirma el griego resultan igualmente útiles. El griego expresa los dos sentidos con un solo término; el latín, en cambio, varía y usa: “quotidien”».[6]

            Observamos, por lo tanto, que tanto los padres griegos como los latinos que conocen el griego, no han visto ningún obstáculo de tipo filológico para interpretar de uno o de otro modo, sino que han sido las razones teológicas los que los han movido en una u otra dirección.

            San Jerónimo, como hemos afirmado, mantiene en su revisión del Nuevo Testamento (hacia 382/3) el quotidianum en Lucas (según la Vetus), reemplazándolo en cambio por supersubstantialem en Mateo. Conocía sin duda ambas etimologías, aunque se inclina por la misma por la cual se inclina Orígenes: «Lo que está escrito en el evangelio según los latinos: Danos nuestro pan ‘quotidianum’, se expresa mejor en griego: Nuestro pan ‘épiousios’, o sea: “remarcable, distinguido, particular”, así como Aquel que ha bajado del Cielo ha dicho: Yo soy el Pan bajado del cielo (Jn 6,51). Es imposible que nosotros, a quienes se nos ha pedido no preocuparnos por el mañana, hayamos recibido la orden de pedir en la oración dominical ese pan que poco después será digerido y eliminado. Algunos piensan que, en la oración dominical, este pan es llamado épiousios porque se encuentra por sobre todas las ‘ousías’; o sea, sobre todas las sustancias. Este sentido, lo admitimos, no difiere mucho del que hemos expuesto: Aquel que es distinguido y remarcable se encuentra fuera y por encima de todo».[7]

            El doctor dálmata hace notar también que, en los casos donde él ha elegido traducir por substantialem, el griego usa el término épiousios, aunque la Septuaginta o biblia griega del AT (LXX) lo transforma muy frecuentemente en périousios.[8] De todos modos, hace notar que no existe gran diferencia entre ambos términos, porque sólo cambia el prefijo y no la raíz. Périousios – siempre según San Jerónimo – traduce el hebreo segullâh, que significa “remarcable”, “distinguido”, o incluso “particular” en ciertos contextos (como su término gemelo). Afirma también que, en el Evangelio según los hebreos,[9] en el lugar de “supersustancial” se halla el término hebreo mahar, que significa: “de mañana”, de modo que su sentido es: “Danos hoy nuestro pan de mañana”, del avenir, pero que nosotros bien podemos entender diversamente: «El pan supersustancial, que está por encima de todas las sustancias y que sobrepasa todas las creaturas».[10]

  • 5. Cuestiones filológicas

Carmignac presenta también algunos análisis de filosofía griega, concluyendo que estos confirman la opinión de los Padres; todo parece desembocar en alguna de las dos opciones ya presentadas: O el término en cuestión deriva de epí + ousía o de epí + ioūsa, significando en el primer caso: “adaptado, conveniente”; en el segundo: “del día de mañana”.

            La filología semítica no parece tampoco autorizar una selección definitiva e inmutable, ya que presenta matices diversos:

1 – Hemos visto como Jerónimo señala dos veces que un antiguo evangelio hebreo presenta el término mahar (mañana), pero muchos desechan esta consideración por varios motivos; entre ellos, porque el mismo Jerónimo no le asigna mucha importancia a dicha información, sólo la presenta por azar, y no parece prestar tampoco importancia a la traducción; además, dicho evangelio hebreo puede haber sido una retroversión realizada a partir del griego, o presentar un texto corrupto, y además, el mismo sentido de mañana es absurdo en el contexto del Padre Nuestro. De todos modos, aún respondiendo a dichas objeciones, queda claro que Jerónimo no elige dicha significación para su traducción Vulgata.

2 – También Jerónimo afirmaba que périousios, similar a épiousios, traducía el hebreo segullâh (cosa preciosa), que tiene valor adjetivo cuando acompaña otro término. Sólo que en el contexto de Mt 6,11, teniendo en cuenta que el traductor griego respetó el orden de los términos, deberíamos encontrar: τὸν ἄρτον ἐπιούσιον ἡμῶν, y no el orden de los términos tal como lo encontramos, porque ἡμῶν (nuestro) debe estar calificando a toda la frase, y no solamente a ‘pan’.

3 – La antigua versión siríaca, según hemos visto, traduce como amîno (continuado, durable, perpetuo). Este término no se encontraba en el arameo hablado de Jesús. Traduce casi siempre una expresión hebrea que acompaña a ‘pan’ y que aparece frecuentemente en el AT: léhèm tâmid. Entre las objeciones que suscita dicha suposición, se encuentra una bastante obvia. En el AT, dicha expresión se utilizaba para significar “los panes de la proposición”, que se ofrecían en el templo de Jerusalén. Sería poco lógico que Jesús haya ligado nada menos que a la liturgia judía, aquella que es la piedra fundamental de la oración de sus discípulos.

4 – Con respecto a la versión de la Peshitta: sounqana o desunqonan, el inconveniente fundamental radica en que el traductor griego debería haber elegido un termino mas simple para expresar: “necesario”.

  • 6. Conclusión     

            De tal modo que el argumento filológico, sea de la lengua semítica o de la griega, no ha de considerarse suficiente para resolver el significado definitivo de épiousios. Ciertamente que, para interpretarlo, los Padres han recurrido a la teología, como se ha dicho. Pero ¿cuál ha sido el significado original en boca de Jesús?

            En nuestra humilde opinión, la cuestión podría ser mucho más sencilla de como se la plantea normalmente, pues, como dijimos, no es la única diferencia que existe entre las dos formas del Padre Nuestro en Mt 6,11 y en Lc 11,3. La primera (τoν ἄρτον ἡμῶν τoν ἐπιούσιον δoς ἡμῖν σήμερον) usa un modo imperativo del aoristo (dós), que puede representar una acción mucho más puntual y no tanto continuada, lo que coincide con sēmeron (hodie = hoy), mientras que la segunda, la de Lucas (τoν ἄρτον ἡμῶν τoν ἐπιούσιον δίδου ἡμῖν τo καθ᾽ἡμέραν), usa un modo imperativo indicativo (dídou), que coincide bien con el matiz de continuación representado por el kath’ēméran (cotidie = cada día).

            Sabemos también que el contexto es diverso en cada caso: La oración del Padre Nuestro en Mateo fue formulada en pleno sermón de la montaña, en Galilea, y constituye el corazón de dicho sermón. En Lucas, Jesús se “había retirado para rezar” (11,1), y allí uno de sus discípulos le pide: “Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos (11,2). El matiz es bien distinto, y el lugar y la ocasión también lo son. Es probable que Jesús haya utilizado dos matices diversos al hablar del pan a pedir; usando quizás un mismo término, o usando uno distinto en cada ocasión, así como también es distinta el resto de la petición. Tal riqueza de matices no es un obstáculo ni un equívoco en la enseñanza de Jesús, sino que la enriquece y complementa.

R. P. Carlos D. Pereira, VE


[1] Danos hoy nuestro pan supersustancial (Mt 6,11); Danos cada día nuestro pan cotidiano (Lc 11,3). La edición Neo- Vulgata, corregida y oficial, presenta los mismos textos en ambos casos.

[2] Períousios también significa: “elegido; especial”, siempre en referencia a algo propio, particular.

[3] Cfr. Orígenes, De la oración, c. XXVII, n. 7-13 ; Migne, PG II, col. 509-517, en J. Carmignac, Recherches sur le “Notre Père”, Letouzey, Paris 1969, 121.

[4] Cfr. J. Carmignac, Recherches, 122. Favorece esta doble interpretación el contexto, ya que Mt 6,11 emplea σήμερον (sēmeron = hoy), y Lc 11,3: καθ᾽ ἡμέραν (kath’ēméran = cada día).

[5] S. J. Damasceno, De fide ortodoxa, l. IV, c.13; Migne (PG), XCIV, c. 1152. Todas las opiniones citadas de los padres, en Recherches, 124-6.

[6] S. Ambrosio, De Sacramentis, V, 24. Cfr. Recherches, 127.

[7] San Jerónimo, Comentario sobre Tito, 2,14; Migne (PL), XXVI, col. 588-89.

[8] En realidad, la LXX lo emplea solo cinco veces; dos en el Éxodo (périousios, en nominativo), tres en el Deuteronomio (périousion, en acusativo). También lo emplea San Pablo en Tit 2,14, citando obviamente la LXX.

[9] Se trata de un evangelio apócrifo, utilizado por la secta de los ebionitas o nazarenos, y que Jerónimo conoció.

[10] Cfr. S. Jerónimo, Comentario sobre San Mateo 6,11;Migne (PL), XXVI, col. 43, escrito unos seis años más tarde que el comentario a Tito.

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