RAICES MALAS; ¿FRUTOS BUENOS?
El evangelio de Jesucristo posee muchas enseñanzas de carácter moral y religioso, pero también contiene muchas frases donde parece evocarse el sentido común de los hombres, llamando la atención sobre verdades que son o deberían ser obvias. Una de estas frases es la siguiente: “O tenéis por bueno el árbol y por bueno su fruto, o tenéis por podrido el árbol y por podrido su fruto; pues por el fruto se conoce el árbol” (Mt 12,33) (cfr. Lc 6, 43-44). Una verdad de Perogrullo, aparentemente, pero que Nuestro Señor ha querido consignar a la posteridad, tal vez para que no se olvide, o quizás a propósito, sabiendo que muchos la ignorarían luego.
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La negación de la verdad
Ha sido patrimonio de casi todos los movimientos revolucionarios de la historia el olvidar esta verdad. Para poner solo algunos ejemplos: Muchas guerras se libraron en virtud de un presunto auxilio que se brindaba a una parte ‘oprimida’ contra una parte ‘opresora’. Una vez derrotada esta última, con frecuencia los nuevos libertadores o los antiguamente oprimidos se convertían en feroces opresores, con una ferocidad y despotismo que ciertamente hacía empalidecer lo obrado por los primeros. El liberalismo jacobita, en la revolución francesa y en los movimientos de corte republicano que siguieron, partieron de la base que todo lo anterior: realeza (‘Ancient regime’), nobleza, y por supuesto el clero, eran y habían sido malos y crueles. El pueblo aplastado era en cambio el bueno. De más está decir que, en nombre de ese ideal tan noble de rehabilitación de las masas, impusieron en un primer momento el famoso régimen “del terror”, mediante el cual se asesinaron miembros de todos los grupos, incluidos los del pueblo o incipiente burguesía, y que dicho terror se volvió contra algunos de sus mismos cabecillas, tales como el célebre Dantón. Olvidaron también que muchos de los miembros de su odiada nobleza habían surgido de la pequeña burguesía o incluso del mismo pueblo, y ni hablar del tan odiado clero, cuyos miembros, en al menos un noventa por ciento, procedían del mismo pueblo en principio oprimido.
El fenómeno se hace mucho más evidente en el caso del marxismo, donde directamente toda clase social, no solamente noble o eclesiástica, sino también – y prevalentemente – burguesa, es etiquetada no sólo como mala sino como la encarnación misma del mal, mientras que el ‘pueblo’ (con todo el factor de indeterminación que dicho término aislado porta consigo), es no sólo bueno sino la encarnación misma de la bondad, hasta considerarlo sagrado. El marxismo tradicional ha transitado ciertamente por dicha línea, como también lo han hecho los movimientos socialistas a lo largo del siglo XX, sea en sus versiones socialdemócrata o en las populistas (revolución bolivariana o afines). Inútil es decir cómo, especialmente en estas últimas, el pasaje a la dictadura se ha dado de modo velocísimo, y, en definitiva, pareciera que terminan siendo malos todos los que en su momento fueron buenos, aquellos en favor de los cuales se planteó la revolución.
El fenómeno se da también al revés: Está probado más que hasta el cansancio que los pueblos indígenas de la América precolombina estaban en un proceso de total autodestrucción, debido a la tremenda vorágine de sacrificios humanos en las que se hallaban sumergidos.[1] Sin embargo, todo eso se calla, y mintiendo de modo feroz, se acusa indiscriminadamente a los conquistadores españoles de haberlos aniquilado. Los malos pasan a ser buenos y santos de un momento a otro y sin mediación ninguna.
Pero lo que nos interesa no es discutir sobre opresores y oprimidos, sino hacer notar la siguiente contradicción: ¿Cómo es posible que tantos que proceden del lado bueno, y que por lo tanto han sido educados como buenos y así han vivido, se transformen en malos de un momento a otro por el sólo hecho que cambien de bando o de clase social? ¿Y cómo es posible lo contrario?
2. A nivel eclesial
Este fenómeno se ha dado también a nivel eclesial, en varias ideologías que estuvieron de moda y que fueron responsables de tantos desastres, ciertamente nunca admitidos por sus representantes. El caso de la tristemente llamada “teología de la liberación” ha sido paradigmático en ese sentido: El pueblo es bueno; los empresarios, gobiernos, clase media y alta, y por supuesto, la misma Iglesia han sido los malos. La teología de la liberación, en mayor o menor grado, asumía como llave de lectura de la historia la dialéctica hegeliano marxista, aunque sus partidarios lo negaron. Pero hubo versiones algo más ortodoxas …
Algunos ‘sistemas teológicos’ (si acaso así pueden llamarse) más de moda, sea por convencimiento o porque se dieron cuenta de las desastrosas consecuencias de aplicar el análisis marxista, se decidieron por un esquema mucho más ‘light’. El pueblo es y será siempre el bueno, y aparentemente se encontró siempre inmune de vicios como la ambición, el egoísmo y la avaricia (pecado original aparte). Los grupos tradicionales sociales, políticos, económicos, y eclesiales (incluyendo de nuevo la misma Iglesia, sobre todo la del pasado) han sido los malos y los opresores.
Los partidarios de estos sistemas son también sacerdotes, algunas religiosas, laicos ‘comprometidos’ y supuestos ‘teólogos’ que reciben jugosos estipendios por dictar clases y conferencias en nombre de su siempre tan criticada Iglesia, de la cual viven y comen. De más está decir que no son capaces de explicar por qué, habiendo sido educados y trabajando en un ambiente definido por ellos como malo (el eclesial), los encontramos ahora sorpresivamente transformados en adalides de los buenos, sin que medie otra razón que el haberse decidido a seguir las opiniones de moda.
El esquema más light, al que aludíamos, es el expuesto por algunos sistemas que han buscado nombres originales y aún no utilizados para bautizarse, como “teología del pueblo, teología ciudadana, teología latinoamericana, africana”, etc. Haciendo honor a la verdad, hay que admitir como verdadero que muchos de estos sistemas rechazan el aplicar la dialéctica marxista a sus análisis, al menos como principio y línea de base, pero fallan igualmente en al menos dos cuestiones de principio:
1 – No dejan de pedir prestado muchos términos, conceptos y fórmulas de carácter anticristiano (incluso marxista) o ateo, y demuestran ser más indulgentes a las doctrinas que se asemejan a su pensamiento en el léxico o en el planteo general, mientras que se muestran inflexiblemente duros con los propios hermanos cristianos en la Fe que no piensan como ellos.
2 – El segundo punto es de carácter teológico, y es que consideran valores como ‘pueblo’, ‘pobres’, oprimidos, ‘originarios’ y otros, como ‘lugares teológicos’, o sea, categorías de revelación donde la mera pertenencia a uno de esos grupos (a menudo no bien definidos), asegura una especial predilección y bendición de Dios en desmedro de otros, o una especial mención en el Evangelio. Explicarles, como siempre ha hecho la tradición cristiana bimilenaria, que la mención de Jesús acerca de los “Pobres de espíritu”, nítida y textualmente segura (cfr. Mt 5,3), no excluye necesariamente personas de ninguna condición social, incluso si fueran ricas, es totalmente inútil. En el fondo, formulan una propia lectura de la Tradición (‘sola lectura’) y no dejan de fomentar la dialéctica de confrontación, aunque afirmen no adherir intelectualmente a ella.
Es curioso notar también como acérrimos críticos de muchas iniciativas y decisiones papales de los anteriores pontificados (en especial, de San Juan Pablo II y del papa emérito, Benedicto XVI), se muestran ahora como implacables defensores de todo lo que el Papa Francisco diga o sugiera, incluso si se trata de opiniones vertidas a periodistas en entrevistas ocasionales o programadas, o en sugerencias vertidas sobre temas de política o de salud (léase infectología, como son sus opiniones respecto a la obligatoriedad de la vacunación contra el Covid 19, por ejemplo).
A este respecto, cabe señalar dos tipos de tendencias:
1) Las que buscan oponer el magisterio de los mencionados Papas anteriores a todo lo que diga, enseñe, o incluso sugiera el papa Francisco, utilizando incluso términos despreciativos hacia todo lo anterior (como cuando se refieren al “woijtilismo”, por ejemplo).[2]
2) La segunda es la ya señalada tendencia a sostener que los católicos se equivocaron por siglos, y sólo ahora, a causa de las nuevas luces otorgadas por el devenir de los tiempos y gracias a la “reconciliación con el mundo”, la Iglesia está finalmente encontrando su camino (aunque quizás no en todo).
Acerca de la primera actitud, a veces se lleva a cabo de modo vulgar. Durante los primeros años del papa Francisco, encontré cierta vez un post de una persona, que decía: “La diferencia entre este (nuevo) Papa y los anteriores, es que este cree en Dios”. Lo curioso, más allá de lo obviamente lamentable, es que esta persona insistió siempre en respetar la libre opinión de los ateos (y de otros), porque a nadie se puede obligar a pensar diversamente. La reflexión obvia es: ¿Por qué entonces no muestra mayor respeto por el supuesto ‘ateísmo’ de los papas anteriores? De todos modos, no creo que haya que reparar en quien sólo busca llamar la atención de sus amigos en alguna red social. Cuando esta actitud la vemos reflejada en los medios masivos de comunicación, gráficos y televisivos, suele ser también vulgar en el modo, aunque aquí se muestra como el resultado un plan bien programado y cuidadosamente ejecutado.
El problema mayor lo tenemos cuando los que presentan una opinión de dicho género son personas de Iglesia, religiosos o clérigos con nítida pretensión de ascenso eclesial, o laicos que reciben jugosos estipendios como parte de una burocracia eclesiástica bien instalada, o supuestos sitios católicos. Un caso paradigmático lo tenemos en una nota aparecida en el portal español Religión digital, en un post escrito por Jesús Bastante, sobre la posición de un joven sacerdote de la diócesis de Madrid que explica por qué no se vacuna.[3] El cura en cuestión afirmaba, entre otras cosas: “El mero hecho del intento de imposición directa o indirecta de una vacuna experimental en un estado de Derecho supone una vulneración de la libertad”. También decía: “El trato discriminatorio hacia los no vacunados supone una vejación hacia la igualdad y la dignidad”. Pues bien, Bastante lo ataca con frases como esta: «(Silva; el cura) es uno de los ‘azotes’ de sacerdotes y religiosos que proponen una Iglesia abierta, cercana, sinodal, como Daniel Pajuelo, Xiskya Valladares, sor Lucía Caram o el padre Damián. Y, ahora, se posiciona claramente dentro de los ‘antivacunas’, en contra del criterio de su obispo (Carlos Osoro), del episcopado español en su conjunto y, por si cupiera alguna duda, del mismo Papa Francisco».[4]
Curiosamente, dado que hoy las redes sociales registran todo, encontramos otro portal que, al respecto, hace notar que Religión digital acostumbraba a enarbolar abierta y furiosamente su derecho a disentir con las opiniones y enseñanzas del papa Benedicto XVI cuando este gobernaba la Iglesia. Así lo hacía: «Comunión no es la tortícolis que se genera de tanto mirar a Roma (…) Comunión no es el silencio del cadáver, el no hablar por prudencia, el sentir en la garganta las telarañas de no poder expresarte porque te señalan diciendo que no ‘estás en comunión’ y te complican la vida con aviesas formas de ‘estalinismo’», continuaba el artículo del 2007.[5] Un ejemplo más que nos trae de vuelta a la misma pregunta: ¿Por qué se consideraba que un católico podía disentir en algún tema puntual con la opinión del Papa – y esto estaba bien -, y ahora se considera automáticamente que está mal hacerlo?
Al papado de Benedicto – como al de San Juan Pablo II – lo tildaban de posicionarse sobre reglas éticas o morales, y de olvidar, o soslayar al menos, la centralidad de la persona humana. Entre tantos textos aleccionadores posibles, estas personas deberían leer lo siguiente: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.[6] Es el primer parágrafo de la encíclica Deus Caritas est (“Dios es Caridad”) del papa Benedicto XVI, y no se ve que esté lejos, por ejemplo, de esta afirmación del papa Francisco: “Cuando la predicación es fiel al Evangelio, se manifiesta con claridad la centralidad de algunas verdades y queda claro que la predicación moral cristiana no es una ética estoica, es más que una ascesis, no es una mera filosofía práctica ni un catálogo de pecados y errores”.[7]
Todos entendemos que el mensaje cristiano, en sí mismo, supera los límites de una mera ética legal, y ningún cristiano tiene problema en aceptarlo. El problema reside en que los adalides que insisten en dejar atrás el legalismo son los que después se presentan como tiranos aún más grandes, que otorgan a sus propias opiniones una fuerza de ley contra la que no es lícito disentir.
Comentemos ahora la segunda actitud: Los católicos se equivocaron, durante la historia, en su relación con el mundo y con los hombres, y por eso, ahora tienen que tratar de acercarse lo mejor posible al mundo. Es una postura cuya posición extrema la encontramos en el “camino sinodal de la iglesia en Alemania”, quizás la manifestación más a la vanguardia de toda la nueva concepción de Iglesia que busca imponerse desde ciertos ámbitos.[8]
En una de sus últimas asambleas plenarias, el 1º de octubre de 2021, 168 de los 214 participantes votaron a favor de un documento favorable a la bendición de las parejas homosexuales. Según la fuente, uno de los próximos temas a tratar será el preguntarse “si el sacerdocio (católico) es necesario”.[9]
3. Ejemplos concretos
Un esquema de avanzada tan atrevido debería alegrar a todos los que simpatizan con las tendencias aperturistas, liberales o progresistas en su pleno sentido. Sin embargo, a pesar de tan obvio razonamiento, no siempre sucede lo esperado: En uno de los iluminantes comentarios que el padre Santiago Martín F.M, nos deja cada semana en forma de video, el presbítero hace una mención a esto poniendo dos ejemplos de altos prelados, muy cercanos al Papa por otra parte, que han advertido recientemente en una dirección bien contraria a la que podría esperarse de ellos.[10]
El famoso cardenal Walter Kasper, emérito prefecto del Pontificio consejo para la Unidad de los cristianos, ya en septiembre del 2021 había pronunciado serios cuestionamientos sobre el camino sinodal de la iglesia alemana. Declaraba que uno podría honestamente preguntarse “si todo esto puede todavía considerarse católico”. Pero su intervención fue aún más enérgica en el grupo de trabajo (del sínodo) sobre la antropología cristiana, que tuvo lugar el 7 de noviembre, donde el cardenal revindicó el monito de San Pablo sobre el rol de cada uno en la Iglesia y la interdependencia recíproca, afirmando que “todos los bautizados participan de la única misión de la Iglesia, pero cada miembro según el don espiritual recibido, su llamada y su misión”. No se descarta a nadie – en especial, no se descarta a las mujeres – pero tampoco es correcto que “todos hacen todo” en la Iglesia. Subrayaba luego el Cardenal la misión particular de los obispos, y terminaba con una dura crítica al camino sinodal, acusándolo de “dejar de lado la invitación del Papa Francisco a partir de la misión fundamental de la evangelización y poner así en primer plano criterios subordinados”.[11] Y agregaba algo que nos deja boquiabiertos: “un Sínodo no debe votar en contra y aplastar a una minoría sin un intercambio serio de argumentos. El camino Sinodal ha hecho así una farsa de Sínodo”.[12] Lo inmensamente llamativo es que Kasper utiliza un término, por demás muy fuerte y decidido, que había utilizado años atrás para hablar de otro Sínodo, el Sínodo de la familia, acusando que había personas que lo querían reducir a un mero debate sobre el tema de los esposos divorciados que convivían con otra pareja.[13] Aunque el cardenal siempre mantuvo, en todo momento, su línea progresista, a veces explotaba contra lo que él consideraba un abuso y una banalización del debate eclesial.
El otro caso citado por el video del padre Santiago Martín, es el caso del cardenal argentino Marcelo Sánchez Sorondo, actual presidente de la Pontificia Academia de Ciencias, quien en un reciente foro declaró explícitamente que: “el virus más poderoso que nos azota es el ateísmo de masa y la apostasía silenciosa”.[14] No es poco proviniendo de un alto prelado vaticano, y menos aún de Sánchez Sorondo, quien en los últimos años se ha manifestado muy liberal en sus ideas (tal como lo reconoce el padre Martín en el video citado).
Si prelados que al menos simpatizan con tendencias aperturistas señalan insistentemente que ciertos procesos de apertura están tomando una dirección tan equivocada que les escandaliza, es porque probablemente la situación real sea igual o mayor de grave que la que ellos señalan. Cabe preguntarse si ellos y otros, no pensaron antes que la deriva tan mala que hoy lamentan no puede haber tenido origen en la tendencia a apartarse de los valores teológicos considerados fundamentales. Si pensaron que dar lugar a un giro copernicano en el pensamiento – eclesial, por ejemplo – señalaba el inicio del florecimiento de la Iglesia, y ahora denuncian lo contrario; ¿por qué no pensaron al menos en la posibilidad de haberse equivocado en su evaluación? En definitiva, ¿por qué un árbol supuestamente bueno dio frutos malos? ¿Por qué siguen afirmando tajantemente que el árbol era no sólo bueno, sino óptimo?
El entonces prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, dejaba en una oportunidad muy en claro la diferencia entre los textos del Concilio Vaticano II y las interpretaciones que se llevaron a cabo posteriormente en tantos ámbitos. Señalaba entonces: «No son, pues, ni el Vaticano II ni sus documentos (huelga casi mencionarlo) los que constituyen un problema. En todo caso, a juicio de muchos – y Joseph Ratzinger se encuentra entre estos desde hace tiempo -, el problema estriba en muchas de las interpretaciones que se han dado de aquellos documentos, interpretaciones que habrían conducido a ciertos frutos de la época posconciliar».[15] O sea, si ha habido frutos buenos y frutos malos es porque han provenido y provienen de árboles diversos. No existe transformación de uno en otro, salvo que, como lo aplicamos a los hombres, hablemos de sincera y profunda conversión en un caso, o de verdadera degradación del pensamiento en el otro, y de ambas cosas hemos visto ejemplos.
Las máximas evangélicas, no sólo las morales o religiosas, sino las que señalan los aciertos y también las contradicciones de la conducta de los hombres, deberían tomarse en cuenta siempre. Hay allí más contenido del que parece. Los que propugnan una Iglesia más simple, pobre y sencilla (y estamos de acuerdo) deberían especialmente recordarlo.
R. P. Carlos D. Pereira, IVE
[1] Como lo prueban muy buenos trabajos recientes: Cfr. M. E. Roca Berea, Imperiofobia y leyendas negras; ed. Siruela Madrid 2016, y el muy detallado de N. Gullo Omodeo, Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán, ed. Espasa, Madrid 2021.
[2] Un ejemplo en este increíble artículo de un aún más desopilante blog: https://wiccaceltibera.wordpress.com/2012/02/28/xavier-novell-la-reforma-del-aborto-del-pp-se-ha-quedado-muy-corta-espana-religion-digital/ [consultado el 6/12/2021].
[3] El sitio es dirigido por José Manuel Vidal, quien en Twitter publicita su sitio como “el principal portal de información socio-religiosa en castellano del mundo”.
[4] Cfr. https://www.religiondigital.org/espana/cura-antivacunas-Jesus-Silva-negacionistas-covid_0_2401259858.html [consultado el 6/12/2021].
[5] El artículo puede leerse en: http://www.redescristianas.net/comunion-no-es-estar-de-rodillas-luis-javier-melgar/ (proviene del sitio de Religión digital). La señalación y el comentario, escritos por Fernando Beltrán el 1/12/2021, en: https://infovaticana.com/2021/12/01/religion-digital-ataca-al-sacerdote-jesus-silva-a-cuenta-de-las-vacunas/ [con. 5/12/2021]
[6] Ssmo. P. Benedicto XVI, Carta encíclica Deus Caritas est (25/12/2005) (https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est.html) [consultado el 6/12/2021].
[7] Ssmo. P. Francisco, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium (24/11/2013) [consultado el 6/12/2021] (https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html#Desde_el_coraz%C3%B3n_del_Evangelio)
[8] El camino sinodal se ha pensado como una gran consulta a varios integrantes de la Iglesia alemana. Estos son, además de los obispos, representantes del gran aparato burocrático de la iglesia de dicho país, empleados bien pagados, y no los fieles comunes que aún van a la Iglesia. Deben debatir acerca del camino que debe tomar la iglesia en dicho país, para decidirse sobre todo en temas como el sacerdocio femenino y la aceptación de las uniones homosexuales. Dicho camino empezó en diciembre de 2019 esperando que terminara en el 2021, pero la fecha de finalización fue reenviada primero a febrero de 2022, y ahora al 2023.
[9] Cfr. Leone Grotti, https://www.tempi.it/sinodo-germania-chiesa-benedizione-coppie-gay/ (tempi.it; 5/10/2021) [consultado el 8/12/2021] [Fuente: https://de.catholicnewsagency.com/story/kirchenstatistik-2020-abwaertstrend-haelt-weiter-an-8802].
[10] Video del Pbro. Santiago Martín FM en: https://www.youtube.com/watch?v=HaLc0bEfxoU&ab_channel=MagnificatTV-FranciscanosdeMar%C3%ADa, del 12/11/2021 [consulado el 8/12/2021].
[11] Se cita la nota original en alemán: https://de.catholicnewsagency.com/story/kardinal-kasper-zum-synodalen-weg-der-bischof-bezeugt-und-bewahrt-das-evangelium-9491 [consultado 8/12/2021].
[12] Cfr. Giulia Tanel, Il cardinal Kasper e quel suo scetticismo sul Cammino sinodale tedesco (12/11/2021) [consul. 8/12/2021]: https://www.iltimone.org/news-timone/il-cardinal-kasper-e-quel-suo-scetticismo-sul-cammino-sinodale-tedesco/.
[13] Como puede verse en sendos artículos: https://iltirreno.gelocal.it/italia-mondo/2014/09/21/news/il-cardinale-kasper-non-riduciamo-il-sinodo-a-una-farsa-1.9971730 y https://www.adnkronos.com/vaticano-kasper-non-riduciamo-il-sinodo-a-farsa_5gXQPz1g2iwFL10CRjsnBS, ambos del 2014 [consultados el 10/12/2021].
[14] Las declaraciones en cuestión en: https://www.religiondigital.org/educacion/Marcelo-Sorondo-poderoso-apostasia-silenciosa_0_2394660524.html [consultado el 10/12/2021].
[15] Card. Joseph Ratzinger – V. Messori, Informe sobre la Fe, BAC Roma 41985; cap. II: “Descubriendo el Conc. Vat. II”.