UN SANTUARIO DE SANACIÓN: LA ANTIGUA HIERAPOLIS (PAMUKKALE)

UN SANTUARIO DE SANACIÓN: LA ANTIGUA HIERAPOLIS (PAMUKKALE)

Fuente: https://ilfattostorico.com/2011/08/11/trovata-la-tomba-dellapostolo-filippo/

Ubicación de Pamukkale-Hierapolis (Biblical Archaeology Review)

            Hierápolis (Ιεραπολις – “ciudad sagrada”) es una antigua ciudad helenística-romana ubicada en lo que era la región de Frigia, en la provincia romana de Asia, en la península de Anatolia (hoy Turquía). Dominaba el valle del río Lico (Lykos) que va desde el centro de dicha península hacia el mar Mediterráneo. Sus actuales ruinas se encuentran en el actual

Hierápolis (Pamukkale) – formación calcárea

Pamukkale (“castillo de algodón”), situado en la provincia de Denizli, Turquía, lugar famoso por sus aguas termales, que forman concreciones de piedra caliza insertadas en las elevaciones del lugar (cubriendo un área de 2700m de largo, 600 de ancho y 160 de altitud). Dichas concreciones calcáreas, junto con las aguas termales calientes que burbujean entre las ruinas y el patrimonio arquitectónico de la antigua ciudad, hacen que sea uno de los yacimientos arqueológicos y naturales más visitados del Mediterráneo. Entre las ruinas se destacan: un teatro romano bien conservado, una vasta necrópolis y el martirio del apóstol Felipe, cuyo complejo ocupa toda la colina que domina la ciudad. Ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1998.

  1. Historia y trazado

Hierápolis – Plateia (calle principal)

            La ciudad fue establecida por Eumenes II, rey de Pérgamo, alrededor del 180 a.C. Colapsó luego de un terremoto durante el reinado de Tiberio en el año 17 d.C. La ciudad fue reconstruida, pero sufrió significativas transformaciones debido a frecuentes terremotos, uno muy importante en el 60 d.C. Las diferentes reconstrucciones le hicieron perder todo su antiguo carácter helenístico para convertirse en una urbe típicamente romana. En ese período, se convirtió en importante centro de descanso veraniego para los nobles de todo el Imperio, que acudían a ella atraídos por las aguas termales.            

Hierápolis – vista del Teatro mayor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los recientes trabajos de excavación han permitido reconocer el trazado urbano de Hierápolis, que probablemente se remonta a la época helenística, con un eje principal norte-sur, la gran «plateia» (calle principal), a lo largo de la cual un entramado de calles ortogonales divide la ciudad en manzanas regulares y bastante alargadas. Dentro de este trazado se encontraban los edificios públicos y las casas. En la parte norte de la ciudad, a lo largo de la carretera que conducía a Trípoli, comenzaron a formarse los primeros núcleos de la necrópolis entre los siglos II y I a.C., que se desarrollarían en la época imperial, con tumbas en formas de fosa y edificios funerarios.

El trazado monumental más reconocible de la ciudad es el que se creó tras el desastroso terremoto del 60 d.C., yentre finales del siglo I y hasta comienzos del s. III. De hecho, es de esta época la construcción o transformación de muchos monumentos, como el ágora comercial, la puerta Frontino, dos grandes ninfeos públicos y el gran teatro, al mismo tiempo que también la necrópolis crecía hacia el exterior de dicha zona. El crecimiento de la ciudad se detuvo bruscamente durante el siglo IV debido a un violento terremoto que destruyó grandes zonas como el ágora comercial. Con la construcción de las murallas bizantinas a finales del siglo IV, la parte norte de la ciudad, incluyendo el ágora comercial, fue excluida del perímetro urbano y utilizada como cantera de material de construcción para ser reutilizable. Hierápolis se convirtió en un importante centro del cristianismo en esta etapa, y a lo largo del eje de la calzada principal se construyeron una iglesia extraurbana (iglesia de las Termas), la catedral con baptisterio, la basílica del pilar y, en la colina oriental, el martirio de San Felipe Apóstol. A finales del siglo VI, otro terremoto provocó el derrumbe de la mayoría de los edificios de Hierápolis, incluidas las murallas bizantinas. Los datos tomados de las excavaciones dan testimonio de un despoblamiento de la ciudad a partir del s. VII y su total abandono ya para el siglo XII, cuando la región fue ocupada por los turcos seljúcidas, y reocupada aún en el s. XIV.

  1. Descubrimientos arqueológicos

            A partir de 1957, el Prof. Paolo Verzone, de la Universidad Politécnica de Turín, ha llevado a cabo excavaciones arqueológicas en toda la vasta zona, donde ya eran visibles ciertas ruinas. En los primeros treinta años de excavaciones, se identificaron los focos más importantes de la ciudad antigua: el perímetro de las murallas y la monumental Puerta del Frontino (o de Domiciano); las termas; el teatro; el templo de Apolo con el acceso al Plutonion, es decir, una cueva de la que salen vapores sulfurosos muy venenosos, que los antiguos consideraban la entrada al inframundo, morada del dios Plutón[1], como se conocía a partir de ciertas fuentes literarias. Posteriores excavaciones han permitido determinar con exactitud que el Plutonion se encontraba en las adyacencias del templo de Apolo.[2]

Hierápolis – Puerta del Frontino o de Domiciano

Se identificaron también: La zona del ágora; varias iglesias, entre ellas el Martyrium de San Felipe, construida hacia finales del siglo IV, probablemente por el emperador Teodosio el grande. Después de la desaparición del Prof. Paolo Verzone, la misión arqueológica siguió siendo dirigida por el Politécnico de Turín (profesoras Daria Ferrero De Bernardi y Donatelle Ronchetta)[3], bajo cuya dirección se restauraron todos los monumentos ya identificados, incluida la extensísima necrópolis. Como acceso a la inmensa iglesia octogonal conocida como el Martyrium de San Felipe, se encontraron sendas escalinatas de carácter procesional que suben por la colina hasta la iglesia, la cual tenía probablemente la función de ser meta de peregrinación. En 2011, se descubrió una iglesia desaparecida en el siglo V, y en el centro una tumba ‘sagellum’ de la época romana, que fue identificada como la tumba de San Felipe Apóstol. En los alrededores había fuentes, termas y albergues para peregrinos. Por dicha razón, y como un intento de evangelización del mundo pagano circunstante, nació también la devoción a San Felipe Apóstol y la peregrinación a su tumba como lugar de sanación de muchas enfermedades.

  1. Descubrimiento de la tumba de San Felipe Apóstol

El descubrimiento de la tumba de San Felipe se debe a otro investigador, el profesor Francesco D’Andria, docente de arqueología en la Universidad de Salento-Lecce (Italia) y director de la escuela de arqueología de dicha ciudad. Desde hacía más de treinta años que trabajaba para hallar la tumba del Apóstol en Turquía, y desde el año 2000 era director de aquella misión científica.

Con sus palabras, el profesor D’Andria nos habla de los datos históricos sobre San Felipe apóstol y los indicios que se tenían de la existencia de su tumba en Hierápolis de Frigia: «De los Evangelios se sabe que era natural de Betsaida, en el lago de Genesaret, y que pertenecía a una familia de pescadores. Juan es el único de los cuatro evangelistas que lo cita varias veces. En el capítulo primero de su Evangelio, cuenta que Felipe entró en el grupo de los apóstoles desde el principio de la vida pública de Jesús, llamado directamente por el Maestro. En orden de llamada, es el quinto tras Santiago, Juan, Andrés y Pedro. En el capítulo sexto, cuando narra el milagro de la multiplicación de los panes, Juan refiere que, antes de realizar el prodigio, Jesús se dirige a Felipe preguntándole cómo se podía dar de comer a toda aquella gente y Felipe le respondió que 200 denarios de pan no serían suficientes ni siquiera para dar un trozo a cada uno. Y en el capítulo 12, siempre Juan refiere que, tras la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, algunos griegos querían hablar con el Maestro y se dirigieron a Felipe. Y durante la última cena, cuando Jesús habla del Padre (“Si me conocéis a mí, conoceréis también al Padre”), Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta” (Jn 14,8). De los Hechos de los Apóstoles, sabemos que Felipe estaba presente con los otros en el momento de la Ascensión de Jesús y el día de Pentecostés, cuando se verificó la bajada del Espíritu Santo. Las informaciones escritas se detienen en aquel día. Todo el resto proviene de la tradición».

«Tras la muerte de Jesús – prosigue D’Andria -, los apóstoles se dispersaron por el mundo para difundir el mensaje evangélico. Y según la tradición y antiguos documentos escritos por los Santos Padres, sabemos que Felipe desempeñó su misión en Scizia, en Lidia, y, en los últimos años de su vida, en Hierápolis, en Frigia. Polícrates, que hacia finales del siglo segundo era obispo de Éfeso, en una carta escrita al papa Víctor I, recuerda los personajes importantes de la propia Iglesia, entre ellos los apóstoles Felipe y Juan. De Felipe dice: “Fue uno de los doce apóstoles y murió en Hierápolis, como dos de sus hijas que envejecieron en virginidad… Otra hija suya… fue sepultada en Éfeso”. Todos los estudiosos están de acuerdo en considerar que estas informaciones de Polícrates son absolutamente fiables.

La Carta, que se remonta a cerca del 190 después de Cristo, cien años después de la muerte de Felipe, es un documento fundamental para las relaciones entre la Iglesia latina y la Iglesia griega. Se refiere a la disputa sobre la fecha de la celebración de la Pascua. Y en aquella carta, Polícrates, que era el patriarca de la Iglesia griega, reivindica la nobleza de los orígenes de la Iglesia en Asia, afirmando que, así como en Roma están los trofeos (los restos mortales) de Pedro y Pablo, en Asia están las tumbas de los apóstoles Felipe y Juan. Además, de aquella carta sabemos que Felipe pasó los últimos años de su vida en Hierápolis, con dos de sus tres hijas, que ciertamente le ayudaban en su obra de evangelización. Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica, refiere que Papías, que fue obispo de Hierápolis al inicio del siglo tercero, conoció a las hijas de Felipe y de ellas supo detalles importantes de la vida del apóstol, entre ellos también el relato de un milagro estrepitoso: la resurrección de un muerto.

La mayor parte de los antiguos documentos afirman que Felipe murió en Hierápolis, en el año 80 después de Cristo, cuando tenía cerca de 85 años. Murió mártir por su fe, crucificado boca abajo como san Pedro. Fue sepultado en Hierápolis. En la antigua necrópolis de aquella ciudad fue encontrada una inscripción que alude a una iglesia dedicada a san Felipe. En una fecha no precisada, el cuerpo de Felipe fue llevado a Constantinopla para sustraerlo al peligro de profanación por parte de los bárbaros. Y en el siglo sexto, bajo el papa Pelagio I, fue trasladado a Roma y sepultado, junto al apóstol Santiago, en una iglesia edificada a propósito para ellos. La iglesia, que se llamaba “de los santos Santiago y Felipe”, de estilo bizantino, en 1500 fue transformada en una magnífica iglesia renascimental que es la actual que se llama “De los santos apóstoles”».

Hierápolis – Martyrium de San Felipe Apóstol

El profesor D’Andria se basó en los descubrimientos hechos por Paolo Verzone, quien había identificado la iglesia martirial (Martyrium) de San Felipe, de planta octogonal, y pensaba que allí se hallaría la tumba del santo, aunque nada se había encontrado. D’Andria, llegado al lugar hacia el año 2000, estudió fotos satelitales del lugar, pudo identificar la gran calle procesional que llevaba los peregrinos hacia la iglesia octogonal, el Martyrium en la cima de la colina, un puente que permitía a los peregrinos atravesar un torrente, y la escalera de travertino (ya mencionada), con amplios escalones en pendiente que llevaban a la cima. Al inicio de la escalera identificó otro edificio octogonal que no se veía en superficie sino sólo con las fotos satelitales. Excavando alrededor de aquel edificio descubrieron un complejo termal, un descubrimiento iluminador que le hizo comprender que toda la colina estaba en un recorrido de peregrinación con varias etapas. Siguiendo las excavaciones, encontraron otra escalinata que llegaba directamente al Martyrion, y sobre la plaza al inicio de la escalinata, una fuente donde los peregrinos hacían otras abluciones con agua, y allí cerca un pequeño llano donde se veía un cúmulo de piedras y aparentes trazas de edificios.

Excavando en dichas piedras, hallaron un arquitrabe de mármol de un ciborio con un monograma sobre el que se leía el nombre de Teodosio, emperador (lo cual permitía datar la iglesia martirial entre el IV y el V siglo). Luego encontraron trazas de un ábside. «Excavando y limpiando – sigue D’Andrea – vino a la luz la planta de una gran iglesia. Mientras que el Martyrion era de planta octogonal, esta era de planta basilical, con tres naves. Iglesia estupenda, con capiteles en mármol, refinadas decoraciones, cruces, frisos, ramas vegetales, palmas estilizadas dentro de nichos y un pavimento central con teselas de mármol con motivos geométricos de colores: todo referible al siglo V, es decir a la edad de la otra iglesia. Pero en el centro de esta maravillosa construcción, lo que nos entusiasmaba y conmovía era algo desconcertante que nos cortaba el aliento: Una típica tumba romana que se remontaba al siglo I después de Cristo. Su presencia podía, en cierto sentido, estar justificada por el hecho de que, en aquella zona, antes de que los cristianos construyeran el santuario proto bizantino, había una necrópolis romana. Pero examinando bien su posición, constatamos que aquella tumba romana se encontraba en el centro de la iglesia. Por lo tanto, la iglesia, en el siglo V, había sido construida justo alrededor de aquella tumba romana pagana, para protegerla, signo de que aquella tumba era evidentemente importantísima. Y enseguida pensamos que quizás aquella podía ser la tumba donde se depositó el cuerpo de san Felipe tras su muerte.

Hierápolis – Iglesia basiical con la tumba de San Felipe Apóstol

En 2011 enfrentamos otra excavación, de la cual emergieron varios elementos extraordinarios que confirmaron nuestras suposiciones. La tumba estaba englobada en una estructura sobre la que hay una plataforma a la que se llega por una escalera de mármol. Los peregrinos, entrando en el nártex, subían a la parte superior de la tumba, donde había un lugar para la oración y descendían por el lado opuesto. Y vimos que las superficies marmóreas de los escalones estaban completamente consumidas por el paso de miles y miles de personas. Por tanto, la tumba recibía un tributo extraordinario de veneración. En la fachada de la tumba, en torno a la entrada, se ven agujeros de clavos que ciertamente servían para sostener un cierre metálico aplicado. Además, hay encajes en el pavimento que hacen pensar en una ulterior puerta de madera; todas precauciones que indican que en aquella tumba había un tesoro inestimable, es decir, el cuerpo del apóstol. En la fachada, sobre los muros, hay numerosos grafitos con cruces que han de algún modo sacralizado la tumba pagana. Excavando junto a la tumba encontramos bañeras de agua para inmersiones individuales, que ciertamente servían para las curaciones. Los peregrinos enfermos, tras venerar la tumba, eran sumergidos en aquellas bañeras, justo como se hace en Lourdes.

Pero la confirmación principal, diría matemática, que atestigua sin sombra de duda que aquella construcción es verdaderamente la tumba de san Felipe, viene de un pequeño objeto que se encuentra en el museo de Richmond en Estados Unidos (…) Es un sello en bronce de cerca de diez cm. de diámetro, que servía para autentificar el pan de san Felipe que se distribuía a los peregrinos. Se han encontrado iconos que representan a san Felipe con un gran pan en la mano. Y este pan, para distinguirlo del pan común, era marcado con aquél sello de modo que los peregrinos supieran que se trataba de un pan especial, de conservar con devoción. En aquel sello hay imágenes. Está la figura de un santo con el manto del peregrino y una inscripción que dice “San Felipe”. En el borde corre el trisaghion en griego, una antigua frase de alabanza a Dios: “Agios o Theos, agios ischyros, agios athanatos, eleison imas” (“Santo Dios, Santo fuerte, Santo immortal, ten piedad de nosotros”). Todos los especialistas de la historia bizantina que conocen aquel sello han dicho siempre que provenía de Hierápolis. Pero lo más extraordinario está en el hecho de que la figura del santo es presentada entre dos edificios: el de la izquierda está cubierto por una cúpula, y se comprende que representa el Martyrion octagonal; el que está a la derecha del santo, tiene un techo a dos aguas como el de la iglesia de tres naves que ahora hemos descubierto. Los dos edificios están en la cima de una escalinata. Parece que se tratara justo de una fotografía del complejo existente entonces en torno a la tumba de san Felipe. Una fotografía hecha en el siglo VI. Además, la iglesia con el techo a dos aguas, en la imagen del sello tiene un elemento emblemático: una lámpara colgada a la entrada, típico signo de que servía para indicar el sepulcro de un santo. Por tanto, ya en aquel sello se indica que la tumba se encontraba en la iglesia basilical y no en el Martyrion».[4]

Reconstrucción del Martyrium

Fuente citada: Permalink : http://www.zenit.org/article-30445?l=italian   [Actualmente este link no se encuentra más a disposición].

[1] Cfr. Daria Ferrero de Bernardi (a cura di), Hierapolis di Frigia 1957 – 1987, Milano, Fabbri ed., 1988, 77. El Plutonio o ‘puerta de acceso al inframundo’ era una gruta que fue descrita por Estrabón, al cual los peregrinos llegaban desde distintas partes y pagaban a los sacerdotes para que hiciesen sacrificios en nombre de Plutón.

[2] En 2012, un equipo de arqueólogos italianos dirigidos por Francesco D’Andria encontró una gruta gracias al hallazgo de numerosos cadáveres de aves que habían muerto a causa de los gases tóxicos que salían de la cueva. El hallazgo en 2013 de una estatua de Cerbero de 1,5 m. de altura ha permitido confirmar la hipótesis de que esa gruta hallada en 2012 era efectivamente el Plutonio (https://www.ansamed.info/ansamed/it/notizie/rubriche/cronaca/2013/10/24/Archeologi-italiani-scoprono-Turchia-statua-Cerbero_9510680.html [consultado el 12/9/2022]).

[3] Cfr. IERAPOLI di Frigia in “Enciclopedia Italiana” (www.treccani.it/enciclopedia/ierapoli-di-frigia_(Enciclopedia-Italiana)  [consultado el 12/9/2022]).

[4] Datos tomados del servicio Zenit.org, en español, del lunes 30 de abril de 2012.

Videos ilustrativos (voz principalmente en italiano):

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