Lavatorio de los pies y traición de Judas (cap. 13 de SAN JUAN)

LAVATORIO DE LOS PIES y TRAICIÓN de JUDAS (cap. 13 de SAN JUAN)

  1. INTRODUCCIÓN Y CONTEXTO

            Comienza aquí, según el parecer de muchos autores, la segunda parte del evangelio de Juan, llamado Libro de la Gloria (caps. 13-21), donde se presenta justamente la glorificación de Jesús, considerada particularmente a través del acto supremo de su Pasión y muerte, coronada con su Resurrección y manifestada en sus diversas apariciones como resucitado.[1]

Toda esta parte del evangelio inicia con las acciones que tienen lugar en el Cenáculo, con ocasión de la Ultima Cena de Jesús, en el capítulo 13. El modo en que Juan presenta las cosas difiere no poco de la forma en que lo hacen los Sinópticos, sobre todo porque Juan no presenta las palabras de la institución de la Eucaristía. Sí presenta, en cambio, el lavatorio de los pies de Jesús a sus discípulos (13, 2-20), en un contexto que inequívocamente puede ser considerado como el de la cena del Señor con sus Apóstoles. A partir de ese momento, siguen una serie de escenas que permitirán explicar y entender el contexto de la entera Pasión, como la predicción de la traición de Judas (13, 21-30), el legado del mandamiento nuevo (13, 31-36), la predicción de la traición de Pedro (13, 36-38).

Seguirá un largo discurso (o discursos) de Jesús, que tiene como ambiente el Cenáculo, si bien se presentan algunos problemas textuales y de continuidad del texto, y que domina toda la narración desde el capítulo 14 hasta el 17. Recién en el cap. 18 se retoma la sucesión de los hechos de un modo mucho más vivo, introduciéndonos ya de lleno en las escenas más dolorosas de la Pasión del Señor.

– v. 1: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (texto griego: Προ δε τῆς ἑορτῆς τοῦ πάσχα εἰδως ὁ Ἰησοῦς ὅτι ἦλθεν αὐτοῦ ἡ ὥρα ἵνα μεταβῇ ἐκ τοῦ κόσμου τούτου προς τον πατέρα, ἀγαπήσας τούς ἰδίους τους ἐν τῷ κόσμῳ εἰς τέλος ἠγάπησεν αὐτούς).

Este versículo señala el inicio del capítulo y su introducción general.[2] Hay varios indicios que así lo indican, comenzando por el elemento lessicografico: Προ δε (“ante autem” en la Vulgata), que confirma el comienzo de un nuevo período gramatical. Aparece también una nueva indicación temporal (antes de la fiesta de Pascua), nuevas circunstancias interiores y externas de Jesús (sabiendo que había llegado su hora; como había amado los suyos), un nuevo acto y resolución suyas (los amó hasta el fin).

Antes de la fiesta de la Pascua: La preposición πρό (prò) indica anterioridad cuando va acompañada de genitivo, como en este caso. El que se refiera a la fiesta de Pascua (Προ δε τῆς ἑορτῆς τοῦ πάσχα), la principal de los judíos, hace pensar que se trata de la víspera y no de varios días antes. De hecho, la expresión entera se traduce en la Vulgata (Vg) como referida a la víspera: “Ante diem autem festum Paschae”.

El verbo empleado es la forma subjuntivo de metabaínō (μεταβαίνω) = “pasar, mover”. En San Juan suele utilizarse con el significado de “pasar de la muerte a la vida”.[3] Algunos han visto un juego de palabras aquí (en 13,1), entre el “pasar de este mundo al Padre”, y el término Pascua (πάσχα), que no es propiamente un término griego, sino una transliteración del hebreo pēsah, realizada a través del arameo, probablemente. Brown afirma que no hay indicaciones ni en la LXX ni en Flavio Josefo que hagan suponer que este vocablo fue utilizado con la idea de significar tan crucial momento en la vida de una persona, y prefiere ver más bien en la frase una adaptación de Jn 16,28: Dejo este mundo y retorno al Padre.[4] En realidad, los verbos griegos que se usan en este último versículo son muy distintos al del versículo que estamos analizando. En último caso, puede tratarse de una adaptación debido sólo a su significado, lo mismo que ocurre en griego si suponemos el juego de palabras, ya que los términos griegos que significan Pascua y el verbo ‘pasar’ no son iguales en 13,1. Podrían sí coincidir en la mente del redactor, que como judío y conociendo su tradición, sabía que el vocablo Pēsah, en hebreo o arameo, significa probablemente: “pasaje, trayecto”.

Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin:

Jesús en la Ultima Cena con sus Apóstoles

“Habiendo amado”, en griego, se forma con un participio aoristo (ἀγαπήσας), que en esta frase va seguido del verbo principal en aoristo indicativo (ἠγάπησεν) con significado de pasado, que se lee: “los amó”. Se trata en ambos casos de la misma raíz verbal (ἀγαπάω [agapáō = “amar”]). Este tipo de construcción es común, por ejemplo, en San Pablo, pero con otro participio (ὑπάρχων), seguido también de un verbo principal en pasado o aoristo, significando que la acción señalada por el participio perdura en el tiempo.[5] Puede ser que el evangelista haya querido utilizarla en el mismo sentido. De hecho, es lo que el contexto parece reclamar: Jesús había amado a los suyos y los seguía amando, pero estaba a punto de realizar un acto de amor aún mayor.

La expresión “hasta el fin” ha sido muy bien estudiada por C. Spicq, en un profundo estudio que, más allá del paso de los años, no ha sido superado.[6] En el análisis del entero versículo, Spicq afirma que el participio agapēsas (“habiendo amado”) evoca toda la predicación y los milagros ya realizados por Jesús, porque han sido signos manifiestos de su amor, aunque faltaban mostrar aún las pruebas máximas del amor del Señor, como la Eucaristía. El indicativo aoristo ēgápēsen, que indica una acción definida, significa un don circunstanciado del Señor y su máxima Caridad, que sobrepasa toda prueba y testimonio anterior.

A continuación, analizará la expresión eis télos (εἰς τέλος) = “hasta el fin”. Se trata de una expresión que recurre sólo una vez en todos los escritos de Juan apóstol. Todos están de acuerdo en reconocer la acepción que significa: “completa o totalmente”. De hecho, la LXX lo emplea con los verbos que indican destrucción o abandono total.[7] El autor afirma que puede entonces significar “definitiva o indestructiblemente”, o bien, según el uso profano y también patrístico: “en el punto más alto; en su culmen; del modo más total”, etc.[8] En este sentido, está indicando la manifestación más lograda del amor de Cristo por los suyos; una prueba definitiva, irrecusable y decisiva. La muerte (de Jesús, en este caso) es la prueba más característica del auténtico ágape.

           II. LAVATORIO DE LOS PIES Y TRAICIÓN DE JUDAS

            A partir del v. 2 da inicio la narración de los hechos de Jesus que desembocarán en su Pasión, comenzando por la Cena del Señor, el jueves anterior al día de su muerte y sus preparativos inmediatos, entre los que ocupa un lugar privilegiado el lavatorio de los pies de Jesús a sus discípulos, considerado por muchos como una representación anticipada de toda su Pasión.

Existirían algunos elementos estilísticos que permitiría extender la introducción del v. 1 hasta el v. 3 al menos, ya que hasta ese momento los verbos de la narración se encuentran en tiempo pasado (perfecto o aoristo), mientras que a partir del v. 4 se pasa al presente, como narrando ‘en vivo’ todo lo que Jesus hace. Sin embargo, uno de los argumentos más fuertes para suponer el inicio del relato del lavatorio en el v. 2 es también de carácter sintáctico: Se menciona al diablo que entra en Judas de Simón Iscariote. Ambos nombres se mencionan nuevamente en los vv. 26-27, con verbos que se complementan, lo que parece indicar una inclusión temática entre ambos versículos, con dos narraciones: El lavatorio de los pies y traición de Judas. [9] De modo que nos inclinamos a pensar que la narración del lavatorio de los pies comienza realmente en el v. 2. Ciertos autores, que también hacen notar la inclusión temática entre los vv. 2 y 26, consideran que todo lo que allí se encuentra posee un esquema concéntrico unitario.[10]

  1. Lavatorio de los pies (Jn 13, 2-20)  a) Introducción particular:

– v. 2: Y comenzada la cena, habiendo puesto ya el diablo, en el corazón de Judas de Simón Iscariote, el [propósito de] entregarlo (texto griego: και δείπνου γινομένου, τοῦ διαβόλου ἤδη βεβληκότος εἰς την καρδίαν ἵνα παραδοῖ αὐτον Ἰούδας Σίμωνος Ἰσκαριώτου).

Lavatorio de los pies y traición de Judas

El texto inicia con dos genitivos absolutos: δείπνου γινομένου (comenzada la cena), y τοῦ διαβόλου ἤδη βεβληκότος (habiendo puesto ya el diablo). Es una construcción muy extraña en el griego clásico y que suele hacerse con el participio (como aquí), es más común en el griego koiné e incluso en el lenguaje popular, pero más frecuente en el NT y en la LXX. El emplear el genitivo absoluto en lugar del participio acordado, refleja una tendencia a abandonar la unidad temática en favor de la yuxtaposición de pensamientos, propia del uso semítico.[11]

La lectura más elegida es la que hemos presentado: δείπνου γινομένου (deípnou ginoménou), con el participio presente de gínomai = llegar a ser; suceder; nacer o ser hecho. En este caso, la traducción que hemos presentado es correcta porque da a entender que la cena se encontraba ya en desarrollo. Es la lectura presentada por varios códices de importancia, como el B (Vaticano), Sinaítico original, L (Leningrado), W (de Washington), y otros. La lectura con génomai (tiempo aoristo) posee el respaldo de no pocos manuscritos de importancia: Ciertas versiones del Sinaítico, el D (Beza), Coridethis, Alejandrino, P66. En este caso, se habla de la cena como ya transcurrida (se traduciría “terminada la cena”), pero no es la lectura mayoritaria ni la más acorde al contexto, que continúa a hablar de la cena.[12] Ya que aquí se menciona a Judas, puede tratarse de un intento de armonización con los vv. 26-27, cuando este consuma su traición, al final de la cena.

“El entregarlo” se construye con el aoristo de paradídōmi, con un amplio matiz de significado, siempre con el sentido de “consignar, pasar a otro”. No implica necesariamente una traición, aunque es así utilizado en los evangelios, por el mismo Juan (6,64), donde el contexto alude a la futura traición de Judas, y también en Mc 9,31 y 10,33, cuando Jesús anuncia explícitamente su Pasión.[13]

– v. 3: Sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que había salido de Dios, y a Dios partía (texto griego: εἰδως ὅτι πάντα ἔδωκεν αὐτῷ ὁ πατηρ εἰς τας χεῖρας και ὅτι ἀπο θεοῦ ἐξῆλθεν και προς τον θεον ὑπάγει).

εἰδως (eidōs) es un participio perfecto. Literalmente se traduce como “habiendo sabido”. Da a entender que toda la consideración que se hace en el versículo precede a lo que Jesús va a ejecutar a partir del v. 4 (el lavatorio de los pies). Forma parte de la circunstancia absoluta ya presentada y confirma que los vv. 2-3 constituyen una introducción no a todo el capítulo (como el v. 1), pero sí al lavado de los pies, opinión ya citada. Literalmente se traduce como “habiendo sabido”. Da a entender que toda la consideración que se hace en el versículo precede a lo que Jesús va a ejecutar a partir del v. 4 (el lavatorio de los pies). Forma parte de la circunstancia absoluta ya presentada y confirma que los vv. 2-3 constituyen una introducción no a todo el capítulo (como el v. 1), pero sí al lavado de los pies, como hemos dicho. La expresión “puso en sus manos” se había utilizado de modo idéntico en la conversación de Jesús con Nicodemo (3,35), y cuando se habló de “salir y partir hacia el Padre”, coincide totalmente con el sentido de los dichos de Jesús en el evangelio de Juan. Brown da como ejemplos 7,28; 8,42, aunque afirma que todo se recapitula en 10,30: “Yo y el Padre somos una cosa sola”.[14]

b) Estructura de la escena central (aquí se hace referencia a un cuadro de estructura, que trataremos de poner en el Apéndice para descargar. De todos modos, esta sección la resumimos para no dificultar la lectura con tantos detalles de orden técnico):

La escena central del lavatorio de los pies iniciará, de acuerdo con el esquema que hemos elaborado, a partir del v. 4. Hay un decidido gesto de Jesús que así parece indicarlo: “se levanta de la cena” (ἐγείρεται ἐκ τοῦ δείπνου). La mención de la cena es la segunda y última que encontramos después del v. 1 (se hablará de ‘mesa’ después, pero no de ‘cena’).

¿Cuándo hay que darla por finalizada? Si prestamos atención a los elementos sintácticos, hay una sucesión de verbos en presente que comienza justamente con el ἐγείρεται (egeíretai) del v. 4 y se prolonga hasta el v. 11. Parece retomarse nuevamente desde el v. 16 hasta el v. 20. Desde el punto de vista estilístico, hay elementos que parecen coincidir: Por ejemplo, una inclusión (repetición de términos o de expresión, al comienzo y al final de una serie de versículos), al menos temática, entre los vv. 4-12. En el v. 4, Jesús “se levanta de la cena y deposita el manto”, y en el v. 12 se dice que “tomó su manto, y se reclinó” (en ambas se repite el término τα ἱμάτια = “los vestidos” o “el manto”). Puede también distinguirse una inclusión más precisa aún entre el v. 5 y el v. 14, mediante la repetición exacta de νίπτειν τοὺς πόδας [níptein tous pódas] = “lavar los pies”. La expresión solemne en el v. 16: “En verdad, en verdad os digo” parece hallarse casi al centro. En el mismo v. 16 da inicio otra inclusión, con la expresión “el que lo envió” (τοῦ πέμψαντος αὐτόν). En el v. 20 encontramos de nuevo la misma expresión solemne acompañada esta vez por: “el que me envió” (τον πέμψαντά με).

Tenemos entonces dos inclusiones grandes: Una entre los vv. 4(5)-14, que posee como tema central el lavar los pies; la segunda entre los vv. 16-20, con la enseñanza moral del obrar de Jesús. Todo queda enmarcado en el lavatorio de los pies, la primera como su escena central y propia (vv. 4-14), la segunda como su explicación (vv. 15-20). Varios paralelismos, de tipo sinónimo, antitético y progresivo, se van distribuyendo sucesivamente a lo largo de toda la trama.

c) Análisis de elementos singulares:

vv. 4-5: Se levanta de la cena, deposita el manto, (…) y comenzó a lavar los pies (texto griego: ἐγείρεται ἐκ τοῦ δείπνου, τίθησιν τα ἱμάτια … και ἤρξατο νίπτειν τούς πόδας).

            Ya dijimos que la escena en cuestión comienza abruptamente con el egeíretai del v. 4, lo que implica una acción repentina. El “dejar o depositar” el manto, del mismo versículo, está significado por el verbo τίθημι (títhēmi), en tercera persona. El significado varía desde “poner, colocar (en un lugar)” hasta “dejar”, o incluso “remover”. En el capítulo 10 del evangelio (discurso del Buen Pastor) es utilizado por el mismo Jesús con el sentido de dar la vida (10, 11.15.17.18). La acción de “retomar el manto”, en 13,12, se expresa en cambio con el verbo λαμβάνω (lambánō), como también lo utiliza Jesus en 10,17.18 para la acción de retomar la vida.[15] No es de excluir un paralelo. Nosotros hemos visto una inclusión propia de esta sección entre los vv. 4-12; además, el uso similar aquí y en el capítulo 10 nos habla de la unidad literaria del evangelio joánico. Se podría esperar un singular para significar el manto; se usa sin embargo el plural τα ἱμάτια = “los vestidos”.

“Los pies” (τούς πόδας [tous pódas]) se repite ocho veces a lo largo de la escena (13, 5.6.8.9.10.12.14 x2). Ya dijimos que el verbo níptein (“lavar”), acompañado del objeto “los pies”, se repite exactamente en el v. 5 y en el v. 14, determinando una nueva inclusión.

– v. 10: “El que se ha lavado no tiene necesidad sino de lavarse los pies, pues está todo limpio” (ὁ λελουμένος οὐκ ἔχει χρείαν εἰ μη τούς πόδας νίψασθαι, ἀλλ᾽ ἔστιν καθαρός ὅλος).

En el v. 10 se introduce un nuevo verbo: lelouménos, participio de louein, che significa “bañarse”, que se contrapone a níptein. Según Brown, el último verbo es utilizado para significar el lavado de una parte del cuerpo, mientras que el primero para el cuerpo entero.[16] El significado de la respuesta de Jesús a Pedro lo examinaremos más adelante, ya que la misma intención de Jesús sugiere una interpretación, seguramente de tipo espiritual. Existe un ligero problema textual en este versículo; algunos manuscritos alargan la lectura, con la redundancia: “no necesita lavarse la cabeza, sino sólo los pies”. Otros, minoritarios – aunque incluye versiones de la Vulgata y de algunos Padres de la Iglesia – lo acortan lo más posible: “no necesita lavarse”. Wikenhauser piensa que incluso el “no sólo mis pies” (en la respuesta de Pedro del v. 9) representa un agregado tardío, puesto para armonizar lo que dice Jesús con la acción de lavar los pies.[17] Creemos que la versión presentada es la que goza de mayor y mejor apoyo textual, y que no implica absolutamente una repetición.

– v. 12: El “reclinarse nuevamente” (ἀνέπεσεν πάλιν) nos sugiere que se encontraban reclinados junto a la mesa, al estilo oriental, apoyándose sobre el costado izquierdo, utilizando el brazo izquierdo para apoyar la cabeza y el derecho para llegar a los platos de la mesa que se colocaba en medio de los divanes. Jesús habría girado por el lado externo de los divanes para lavar los pies de los discípulos que se distendían hacia atrás. Era una posición muy habitual para la cena de Pascua, aunque no sólo de ella. También explica esto con facilidad como la pecadora de Lucas 7, 36-38 pudo fácilmente llegarse para lavar y secar con sus cabellos los pies de Jesús, en casa de Simón el fariseo, evitando la dificultad de tener que colocarse bajo la mesa.

v. 14: “Si entonces yo lavé vuestros pies, (siendo) el Señor y el Maestro, también vosotros debéis, los unos a los otros, lavaros los pies” (texto griego: εἰ οὖν ἐγω ἔνιψα ὑμῶν τούς πόδας ὁ κύριος και ὁ διδάσκαλος και ὑμεῖς ὀφείλετε ἀλλήλων νίπτειν τούς πόδας).

Este tipo de argumento se lo conoce como razonamiento ‘a fortiori’, o de menor a mayor, constituyendo un típico procedimiento rabínico. Es utilizado frecuentemente por San Pablo.[18] El objetivo, en este caso, es mostrar la necesidad de que el discípulo no goce de mayores beneficios ni se prive de más humildes servicios de lo que su mismo maestro realiza.

– v. 18: “Sé a quienes elegí, pero para que se cumpla la Escritura: «El que come el pan conmigo levantó contra mí su talón»” (ἐγω οἶδα τίνας ἐξελεξάμην· ἀλλ᾽ ἵνα ἡ γραφη πληρωθῇ· τρώγων μου τον ἄρτον ἐπῆρεν ἐπ᾽ ἐμὲ την πτέρναν αὐτοῦ)

Que el evangelista subraye que Jesús sabe bien a quienes eligió, es un modo de presentar el misterio de Cristo en profundidad, pues conociendo quién es Judas, sin embargo, lo eligió. En Jn 6,70 habíamos leído algo parecido: “¿No soy yo, acaso, el que los eligió a ustedes, los Doce? Sin embargo, uno de ustedes es un diablo”. Brown hace notar que dicho versículo se relaciona con el paso eucarístico de 6, 51-58, que terminaba con la expresión: “El que come de este pan vivirá para siempre”, en la cual aparecía el participio presente τρώγων (trōgōn = “comer con los dientes; masticar”). Se trata de un paso que podría originalmente haberse originado en el contexto de la última Cena.[19] Aun así, allí no todos lo entendían como un paso elaborado posteriormente y luego extrapolado al cap. 6. Para Pierre Perrier, por ejemplo, la relación del capítulo 6 con el contexto de la última Cena reafirma la originalidad joánica de todo el evangelio (ver v. 20).

“Para que se cumpla” (con el aoristo pasivo de plēroun = πληρωθῇ), indica el aviso del cumplimiento de las palabras sagradas apenas pronunciadas. El tipo de fórmula es prácticamente igual – mismo verbo y tiempo verbal – al que recurre a lo largo de casi todo el evangelio de Mateo, técnicamente llamada “fórmula de cumplimiento”.[20] En el mismo evangelio joánico, aparece de modo idéntico nueve veces, de las cuales la mayoría en el libro de la Gloria o segunda parte del evangelio (13,18; 15,11.25; 17,12; 18,9.32; 19,24.36), y una única vez en el libro de los signos o primera parte (12,38). Una particularidad de este evangelio es que todas las recurrencias se dan en el contexto de “la hora” de la Pasión.[21]

La citación en cuestión: «El que come el pan conmigo levantó contra mí su talón» pertenece al salmo 41 (40),10. En la versión de la LXX, el salmo dice propiamente “mi pan” y no “el pan conmigo”, cosa que puede deberse a una distinta traducción del hebreo lahmī, lo que corrobora que el evangelio de Juan conoce y cita el mismo texto hebreo, siendo una prueba más de que no es tardío ni de mentalidad helenística. El salmo usa esthíōn (ἐσθίων) y no trōgōn como Juan, lo que da testimonio también a favor de la armonización del evangelio de Juan consigo mismo (con el capítulo 6, 51-58, en este caso), y del contexto eucarístico del lavatorio de los pies.

– v. 19: “Os lo digo antes que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy»” (λέγω ὑμῖν προ τοῦ γενέσθαι, ἵνα πιστεύσητε ὅταν γένηται ὅτι ἐγώ εἰμι).

Brown sugiere que el Yo soy (ἐγώ εἰμι = egō eimi), dicho por Jesús aquí, es una formula absoluta, la cual recurre algunas veces en el evangelio, especialmente en el capítulo 8, discurso clave en lo que a la revelación de la identidad de Jesús se refiere (en 8,24 y 8,28, enmarcando la fórmula también revelatoria de 8,25, con la afirmación: “en el principio”. También en 8,58, la fórmula con la cual se concluye el discurso del cap. 8).[22] Para dicho autor, “el egō eimi absoluto tiene en Juan una especial función de revelación”.[23] Existen otras oportunidades en que la expresión se encuentra acompañada de un predicado.

Es una opinión muy difundida en el mundo exegético el suponer que el egō eimi no puede poseer ningún carácter de revelación, especialmente en San Juan, o suponerlo muy tardío, especialmente cuando la expresión reviste carácter absoluto. Ya nos hemos explayado suficientemente sobre el tema al comentar el capítulo 8 de este evangelio. Entendemos, por lo tanto, que se trata de un elemento clave en San Juan, que no puede negarse ni considerarse interpolado.

v. 20: En verdad, en verdad os digo (ἀμην ἀμην λέγω ὑμῖν): El que recibe al que yo envío, a mí me recibe; el que a mí recibe, recibe al que me envió.

            La conocida fórmula solemne: Amén, amén, légo humîn (ἀμην ἀμην λέγω ὑμῖν), permite corroborar que se trata del final de la sección (reaparecerá también en el v. 21, inaugurando la siguiente). Como hemos anticipado, Pierre Perrier ve en este frase del final del lavado de los pies una continuación de la misma catequesis y tradición oral de San Juan sobre la Eucaristía – plasmada por escrito en el capítulo 6 -, desde el momento en que esta expresión: En verdad, en verdad os digo”, se repite cuatro veces a lo largo del discurso del Pan de vida (6,36.32.47 y 53), mostrando cada vez un matiz nuevo de la revelación de Jesús en dicho discurso. Reaparece, según Perrier, en Jn 13,20, en una frase que bien puede referirse a la Presencia Real eucarística (En verdad, en verdad os digo: El que recibe a quien envío a Mí me recibe, y el que a mí recibe, recibe a quien me envió).[24] Esto probaría que era todo parte integrante de una misma catequesis oral de Juan, que al plasmarla por escrito quedó dividida, presentando parte de ella en el contexto de la última Cena, donde el significado eucarístico es más propio. Daría también razón de por qué Juan no relata la institución de la Eucaristía como tal, amén de que ya se encontraba escrita en los Sinópticos y en la 1 Corintios.

  1. El anuncio de la traición de Judas (Jn 13, 21-30) a) Estructura de la sección (ver cuadro de estructura; hemos resumido la presentación, quitando los detalles más técnicos):           

Vista actual de la sala del Cenáculo – Jerusalén

Se señalan nuevas circunstancias al comenzar el v. 21: “Diciendo estas cosas” (ταῦτα εἰπων = taūta eipōn). Si bien en relación con lo anterior, el modo de presentar la frase (sin partícula conjuntiva o relativa) parece indicar el inicio de un nuevo período. Sigue la expresión solemne amén, amén”, que vimos en el versículo anterior, la cual parece distribuirse uniformemente en varias de las secciones.[25] La inclusión propia de la sección nos parece verla en la mención del “estar reclinados” (ἀνακείμενος = anakeímenos) entre los vv. 23-28.

b) Análisis de elementos singulares:

v. 21: Diciendo estas cosas, Jesús se conmovió en espíritu y dio testimonio diciendo: – “¡En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me entregará!” (texto griego: Ταῦτα εἰπων Ἰησοῦς ἐταράχθη τῷ πνεύματι και ἐμαρτύρησεν και εἶπεν· ἀμην ἀμην λέγω ὑμῖν ὅτι εἷς ἐξ ὑμῶν παραδώσει με).

La expresión “turbarse en el espíritu” (ἐταράχθη τῷ πνεύματι) es similar a la que hemos analizado a propósito de 11,33: “se conmovió en su espíritu y se turbó” (ἐνεβριμήσατο τῷ πνεύματι και ἐτάραξεν ἑαυτον).[26] Habíamos afirmado que ambas expresiones podían ser dos variantes de una única forma aramea original, ya que los Padres solían comentar algunos de dichos pasajes utilizando sólo una de las dos expresiones griegas. Se trata de un semitismo, de los cuales nuestra sección abunda, en opinión de Brown.[27]

– v. 23: Uno de sus discípulos, el que estaba reclinado sobre el pecho de Jesús, a quien Jesús amaba … (texto griego: ἦν ἀνακείμενος εἷς ἐκ τῶν μαθητῶν αὐτοῦ ἐν τῷ κόλπῳ τοῦ Ἰησοῦ, ὃν ἠγάπα ὁ Ἰησοῦς).

El discípulo que se hallaba reclinado sobre Jesús es aquel a quien Jesús amaba. Todas las expresiones relativas al “discípulo amado” (DP) aparecen en el libro de la Gloria o segunda parte del evangelio. Brown distingue varias explicaciones:

  1. a) Que el DP no sea una figura real sino sólo un símbolo, creado por la comunidad cristiana (la posición de Bultmann y su escuela);
  2. b) Lázaro es la única figura masculina de la cual se dice explícitamente que Jesús amaba, y sería un seudónimo de Juan discípulo de Jesús, a quien “¡Jesús habría resucitado de entre los muertos!” El mismo Brown considera descabellado que una figura sea llamada anónimamente en todos los capítulos de la Pasión y por nombre en los caps. 11-12.
  3. c) Que se trate de Juan Marcos, que tenía parientes de la clase sacerdotal y casa a Jerusalén (Hch 12,12). Las objeciones más grandes contra esta suposición pasan por aceptar que tradicionalmente se consideraba a Marcos como el autor del segundo evangelio y no del cuarto, y que parecería más lógico pensar que el DP debía ser uno de los Doce.
  4. d) Juan, hijo de Zebedeo, parece ser el que mejor responde a varias preguntas fundamentales que lo identifican con el DP. Brown considera esta opción como la más probable.[28]

–  ἦν ἀνακείμενος: “estar reclinado”. Dicho participio abre la discusión sobre cómo estaban reclinados a la mesa en la cena del Señor. Se ha pensado a la posición del “triclinio” romano: Tres divanes en forma de herradura alrededor de una mesa central. Si con Jesús estaban los Doce, podían instalarse cinco en cada uno de los divanes laterales, mientras que otros dos con Jesús al centro, en el diván central. El Evangelio parece sugerir que el discípulo amado se encontraba a la derecha de Jesús, de modo que, al reclinar su cabeza hacia atrás, esta se apoya en el pecho de Jesús.

– v. 24: “A él hizo pues señas Simón Pedro para que inquiriese quién era aquel de quién hablaba” (νεύει οὖν τούτῳ Σίμων Πέτρος πυθέσθαι τίς ἂν εἴη περί οὗ λέγει).

Brown presenta algunas sugerencias de las que se han dado para explicar la posición de Pedro durante la cena, y la del mismo discípulo amado, aunque él mismo acepta que todo puede explicarse porque Pedro se hallaba a una cierta distancia y no quería interrumpir en la escena hablando a gran voz. [29]

Existe un problema textual en el versículo. La lectura más común procede del modo en que la hemos presentado:

  1. a) νεύει οὖν τούτῳ Σίμων Πέτρος πυθέσθαι τίς ἂν εἴη περί οὗ λέγει. Las dificultades se deben probablemente al uso del modo optativo en Juan – el que hemos colocado en negrita – (εἴη / eíē). Tratándose de un modo extraño en el Nuevo Testamento (70 veces) y utilizado una sola vez en Juan, podría suponerse que se ha dudado de su autenticidad. [30] Las variantes son muchas, siendo la más común:
  2. b) και λέγει αὐτῷ εἰπέ τίς ἐστιν περί οὗ λέγει (Y le dijo: “¡Dí quien es aquel del que habla!”). Si bien no es absolutamente mayoritaria, se encuentra respaldada por códices de gran envergadura, como B (Vaticano), C (de París), L (Roma Angélica – París), y otros. La vieja edición Vulgata leía: Dicit ei quis est de quo dicit. Hay autores que han propuesto incluso alguna forma más corta.[31]

– v. 26: “Es aquel a quien yo mojo el bocado y se lo doy”. Y mojando el bocado, (lo tomó) y se lo dio a Judas de Simón Iscariote (ἐκεῖνός ἐστιν ᾧ ἐγω βάψω το ψωμίον και δώσω αὐτῷ. βάψας οὖν το ψωμίον [λαμβάνει και] δίδωσιν Ἰούδᾳ Σίμωνος Ἰσκαριώτου).

Este versículo presenta también algunas variantes textuales, y una cuestión de significado acerca del vocablo το ψωμίον (tó psōmíon = “el bocado”). El verbo colocado entre paréntesis: “lo tomó” (λαμβάνει) falta en varios manuscritos, así como la mención final de “el Iscariote”, para designar a Judas. El primero es más discutido, y podría tratarse de una armonización con la narración sinóptica de la institución de la Eucaristía en Mt 26, 26-27.[32] Su presencia parece redundante, en principio, por lo que también podría ser un ejemplo de una construcción verbal coordinada, frecuente en el uso semítico. En cuanto a la mención de Iscariote, nos inclinamos a que es original porque permite visualizar la inclusión con el v. 2, fundamental para la definición y delimitación de toda la perícopa (lavatorio pies – anuncio traición). De hecho, son pocos los manuscritos que la excluyen.

La cuestión del significado se plantea porque, según ciertos autores, psōmíon fue utilizado por el cristianismo griego para significar la hostia eucarística. De allí la conclusión acerca de que Judas habría recibido la Eucaristía de parte de Jesús. Brown afirma que ciertos autores aplican aquí la afirmación de San Pablo en 1Cor 11,29 sobre el recibir indignamente el cuerpo de Cristo, explicando que Satanás entró justamente en Judas después de recibir este indignamente la Eucaristía. Aunque él mismo se encarga de afirmar que no podía esperarse que los lectores comprendan que el bocado es la Eucaristía, cuando el mismo evangelista omite narrar las palabras y la escena de la institución eucarística.[33]

En Mateo 26,23 y en Marcos 14,20 (sabiendo que utilizan una raíz diversa) se pretende encontrar una alusión a la recepción de la Eucaristía por Judas, aunque en realidad, lo que se afirma en cada uno de esos textos es más genérico, que el Iscariote es uno de los comensales. No hay relación directa con Jn 13,26 y con el hecho de dar el bocado; sí la hay con la profecía citada en Jn 13,18, que es el modo como presenta el evangelista aquello que en los dos Sinópticos aparece más directo. Por otra parte, Jesús afirma claramente en el evangelio de Juan que uno lo traicionará (13,21). Los Sinópticos presentan la misma afirmación (Mt 26,21; Mc 14,19). Sigue, en cada uno de estos, la pregunta que hacen todos los discípulos: “¿Seré yo, Señor?” (Mt 26,22; Mc 14,22), luego la sentencia de Jesús a la que nos hemos referido (Mt 26,23; Mc 14,20), seguida de una posterior advertencia directa a Judas (Mt 26,24; Mc 14,21).[34] Sólo Mateo 26,25 presenta a continuación la pregunta directa de Judas a Jesús.[35] Ambos evangelistas colocan inmediatamente a continuación la institución eucarística. Es posible armonizar los relatos: A la pregunta de todos los discípulos, Jesús no responde directamente, y entonces Pedro hace señas al discípulo amado para que le pregunte más íntimamente – que es lo narrado por Juan -. Jesús le responde como hemos escuchado; luego da el bocado a Judas, y este finalmente pregunta si se trata efectivamente de él. El apóstol puede perfectamente haber salido del lugar después de eso, sin participar de la institución de la Eucaristía.

La armonización con Lucas 22, 21-23 es más compleja, porque sucede claramente después de la consagración del pan y del vino. Aunque estos versículos en Lucas irrumpen en la narración bruscamente, y están seguidos por una disputa y una enseñanza de Jesús que nada tiene que ver con la traición de Judas, ni se dice tampoco que este haya salido. Bien puede ser que en Lucas estos versículos se encuentren posicionados después de acaecido el hecho, como un modo de recapitular todo lo ocurrido durante la cena. La cuestión sigue sin duda siendo debatida.

– v. 27: Después del bocado, entró pues en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: – “¡Lo que haces, hazlo pronto!”

El evangelista subraya la interacción entre el bocado y la entrada de Satanás, mostrando como lo dicho por Jesús se realiza con exactitud. La recurrencia del término Satanás (ὁ σατανᾶς) es única en todo el evangelio joánico. Respecto al significado de la “entrada de Satanás”, lo analizaremos al examinar los elementos de profundización. Lo que Jesús dice a Judas pudo haber sido referido de modo privado y sin que los demás escucharan, puesto que dos versículos después se afirma que los demás no supieron por qué Judas abandonaba el lugar. Sería también una explicación de por qué los evangelios hacen notar como una novedad el que se encuentre Judas con la cohorte de los soldados en el huerto de los olivos (Mt 26,47; Mc 14,42; Jn 18,5).[36] Coincidiría también con lo narrado en Mt 26,25, según hemos hecho notar. Judas pregunta a Jesús si es el traidor, y este responde afirmativamente, agregando también la frase que hemos presentado (13,27).

– v. 29: Algunos pensaban, ya que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: “Compra lo que necesitamos para la fiesta”, o que diese algo a los pobres.

            Hubo quien se sirvió de este versículo para afirmar que la última cena relatada por Juan no era la cena de Pascua, porque lo que se necesitaba para dicha fiesta aún no había sido comprado (contrariamente a lo que aparece en Mc 14, 13-15, donde se afirma que dos discípulos prepararon todo lo necesario para la cena de Pascua), y por lo tanto la Pascua se festejaría al día siguiente (viernes, ese año). Si bien el debate de la cena como banquete o no de Pascua lo afrontaremos después, es lógico que ahora aparezca la objeción acerca de para qué manda Jesús a Judas a comprar siendo ya de noche, existiendo aún todo el viernes para hacerlo. J. Jeremías sostiene, justamente, que esta frase se acomoda mejor con la cronología sinóptica y que, por lo tanto, tanto el jueves a la tarde como el viernes constituían la Pascua. Además, sostiene que dar limosna a los pobres era algo propio del banquete pascual. [37]

  1. Interpretación del lavatorio de los pies: primera aproximación

Antes de seguir con el examen del texto, es necesario analizar el significado más profundo de la escena del lavatorio de los pies, que por muchos ha sido considerada como la introducción joánica por excelencia a toda la Pasión de Jesús y a su posterior glorificación.[38] Mostraremos ahora más bien un elenco de las posiciones al respecto. El análisis último y la exposición de nuestra postura lo dejaremos para el capítulo concerniente los elementos de profundización.

Es un parecer unánime el afirmar que el lavatorio tuvo un significado preciso, diverso al simple ritual de limpieza que se hacía al entrar en una casa, además de que este último era mucho más simple, se hacía justamente al inicio y no ya comenzada la cena, como aquí. No es difícil notar igualmente cierta analogía con dicha ceremonia de purificación legal que los servidores eran los encargados de realizar; por eso Jesús subraya que siendo “Señor y Maestro” (v. 14), se coloca en el rol de servidor (v. 16).

Se reconoce en general la reacción de Simón Pedro y la respuesta de Jesús en el v. 8 como el elemento clave que determina el sentido del lavatorio de los pies, sólo que con matices diversos.[39] Han existido varios tipos de posiciones:

a) Los que han visto simplemente un ejemplo de humildad y de caridad fraterna que Jesús quiere dar a sus discípulos, como parecen indicarlo los vv. 12-15. Según Boismard, esta ha sido la opinión ya del Crisóstomo y de Teodoro de Mopsuestia, y de comentadores de la primera mitad del siglo XX como Lagrange, Michl y Van der Bussche.[40]

b) Quienes parten de ese ejemplo de humildad de Jesús, pero lo consideran como que evoca su próxima muerte. El lavatorio se transforma así en símbolo de su muerte salvífica en la Cruz. Con ciertos matices, es la opinión de Braun, Hoskyns, J.A.T. Robinson y el mismo Brown.[41] Cierta variante de esta posición parte de la base que es un mensaje también para el cristiano, el “morir para que otros tengan la vida”.[42]

c) Los que consideran que el gesto de Cristo tiene una dimensión más precisa y se debe comprender como un rito de purificación (vv. 6-10), donde los discípulos serán los beneficiarios. En esta línea encontramos a Spitta, Bultmann, Wikenhauser.[43]

d) Profundizando la posición anterior, algunos han visto una relación con el Bautismo: Esta interpretación se remonta a la tradición siríaca (Afraate), que rescata Cirilo de Alejandría.

e) Finalmente, si se distingue entre “baño” y “lavado de pies”, como parece sugerir la respuesta de Jesús en el v. 10: “El que se ha bañado no tiene necesidad sino de lavarse los pies, pues está todo limpio, en ese caso el gesto de Cristo puede significar, sea la Eucaristía (Bauer, Cullmann), sea la penitencia (W. Koch), sea la ordenación sacerdotal y la consagración al apostolado (Lohmeyer, siguiendo a Orígenes), o la remisión de los pecados veniales, como ha sugerido la escuela católica más tradicional (siguiendo principalmente a San Agustín).[44]

Muchos autores modernos consideran entonces que la interpretación del entero lavatorio dependerá de que sean originales los versículos 9 y 10, aunque varios suponen después que no lo son, por lo cual la discusión sobre la interpretación termina careciendo de sentido para ellos. Wikenhauser piensa, por ejemplo, que la forma inicial de los vv. 9-10 era mucho más simple: “El que se ha bañado de nada tiene necesidad”.[45] De la misma opinión es Boismard, aunque su esquema es más complejo:

1 – El recitado más antiguo del lavatorio de los pies comprendía solamente los vv. 12-17, con una pequeña introducción (quizás vv. 2-5), y su intención era moralizadora (mostrar e instruir sobre el ejemplo de Jesús).

2 – El recitado del lavatorio de los vv. 6-10, como los leemos hoy, es algo posterior. Su intención es sacramental, en relación con el Bautismo.

3 – Ambos relatos no son homogéneos. El relato de los vv. 12-17 ha sido después reinterpretado en una época posterior de desarrollo de las tradiciones joánicas, para transformarse en un relato de “envergadura sacramental” (con la referencia a los demás sacramentos, incluida la Eucaristía).[46]

Todo esto supone evidentemente una reinterpretación acerca de cuál sea el texto original de la perícopa, basada solamente en la probabilidad que ciertos manuscritos, minoritarios, sean considerados originales, desechando sin más pruebas el texto mayoritario y más aceptado. Ni hablar cuando se postula toda una evolución del texto por etapas sobre las cuales no tenemos ni pruebas ni testigos externos, que se presenta como una construcción fantástica. Nos inclinamos más bien por la originalidad del texto tal como lo conocemos. Es claro, de todos modos, que la respuesta de Jesús en el v. 10 distingue entre baño y lavado de pies. Será tarea de los intérpretes, basados en la realidad del texto, el explicar dicha distinción, explicación que puede poseer múltiples matices en tanto no contradigan el sentido del texto y progresen en un mismo sentido. La virtualidad del texto inspirado por Dios permite otorgar validez a tales interpretaciones. Intentaremos mostrar algunas posteriormente.

            Respecto al anuncio de la traición de Judas, los autores han visto en general su relación íntima con el lavado de los pies, aunque también con diferencias y matices. Los que analizan el texto de un punto de vista diacrónico, o sea, considerando presuntas diversas etapas en su formación, piensan que sólo algunos pocos versículos eran originales. Boismard, que es de los más radicales al respecto, opina que sólo los vv. 18-19 constituyen la forma arcaica del relato (donde recurre la citación del salmo 41,10: “El que come el pan conmigo levantó contra mí su talón”). Todo el resto, especialmente lo que sigue, será parte de la “interpretación sacramental”.[47] Dodd[48], con una interpretación también bastante racionalista e histórico- crítica, supone que la narración de Juan se basa sobre una tradición independiente, y Wilcox encuentra tres tradiciones: Una cercana a Pablo, una segunda procedente de una tradición común con Marcos, y el elemento propio de Juan entre los vv. 23-25 (discípulo amado reclinado sobre el pecho de Jesús), y los vv. 28-29 (reacción de los que estaban reclinados al hablar Jesús de Judas).[49] Los que, en cambio, lo consideran de un punto de vista sincrónico, lo ven en estrecha relación con lo que antecede, el mismo relato del lavatorio.[50]

El estudio interpretativo y elementos de profundización, los presentaremos posteriormente.

Descarga apéndice con estructura del lavatorio de los pies y traición de Judas (texto griego y español; requiere ciertos conocimientos técnicos).

 

[1] En particular, cfr. R.E. Brown, Giovanni: Commento al vangelo spirituale, Cittadella, Assisi 19913, 670 y I: CLXIX-CLXX. Más recientemente, entre otros, M. Grilli, Il vangelo secondo Giovanni: Elementi di introduzione e teologia, EDB, Bologna 2016, 109 [cfr. nota 1], quien atribuye a C.H. Dodd ser el pionero en considerar dos partes bien diversas en el evangelio: Libro de los Signos (caps. 1-12) y Libro de la Gloria (caps. 13-21). Ya en su tiempo, Tomás de Aquino relacionaba esta parte del evangelio con la Pasión de Cristo: “En los capítulos precedentes, el evangelista había recordado algunas de las causas ocasionales de la Pasión; aquí en cambio, muestra como Cristo quiere preparar a sus discípulos a ella” (cfr. Tomás de Aquino, Commento a San Giovanni, Ed. Città Nuova, Roma 1992, vol. III, XIII, lect. I, 19).

[2] M. Grilli lo llama “versículo introductivo” (cfr. Il vangelo secondo Giovanni, 110). Brown, que habla de “fractura evidente en la narración” a partir de 13,1, sostiene que deba considerarse el v. 1 como “una introducción al Libro de la Gloria por entero”, y los vv. 2-3 como la verdadera introducción al lavatorio de los pies (cfr. Brown, Giovanni, CLXIX y 668).

[3] Jn 5,24: El que escucha mis palabras, y cree en el que me ha enviado (…) ha pasado de la muerte a la vida; 1Jn 3,14: Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida…

[4] Cfr. Brown, Giovanni, 653. Acerca del juego de palabras, afirma ser esta la opinión de San Beda, Nestorio y varios modernos.

[5] Así en 2Cor 8,17; 12,16; Rom 4,19, pero sobre todo en Flp 2,6: “Existiendo (participio ὑπάρχων) en forma divina, no consideró (verbo principal) un tesoro celoso su igualdad con Dios”. Así lo interpretan muchos estudiosos: “El participio presente (upárxōn), en correlación con el aoristo, toma el significado del imperfecto e indica la existencia sin límite de tiempo” (cfr. F. Prat, s. j, La Teologia di San Paolo, S.E.I., Torino 1945; vol. I, 306; P. F. Ceuppens, op., Quaestiones selectae ex epistolis S. Pauli, Marietti, Taurini-Romae 1951, 190).

[6] Cfr. C. Spicq, Notes d’exégèse johannique : la charité est amour manifeste, Revue Biblique 65/3 (1958), 358-370.

[7] Por ejemplo, en Sal 9,19; 16,11; 49,10; 77,9; Dan 3,34: “No nos entregues por completo a causa de tu nombre”.

[8] Cfr. C. Spicq, Notes, 361, nota 6. También Straubinger distingue dos significados: O que los amó hasta el extremo (cosa que se ve a continuación, como dice Spicq), o que quiso extender a los suyos, que vivirán hasta el fin de los tiempos, el mismo amor que tenía a aquellos que estaban entonces en el mundo, como se verá también en 13,34, a raíz del nuevo mandamiento (cfr. M. J. Straubinger, La Santa Biblia II: Nuevo Testamento, Univ. Católica, La Plata 2007, 137; nota a Jn 13,1).

[9] Existe una diferencia de léxico entre el v. 2, donde se emplea διάβολος (diábolos): “el calumniador, el maligno”, y en v. 27, donde se utiliza σατανᾶς (satanās, de Satán, de origen hebreo), que significa “el Adversario”. La diferencia puede deberse a un semitismo en el segundo caso (influjo de la lengua madre), o bien a una expresa intención de relacionarlo con el enemigo de Dios en el Antiguo Testamento.

[10] Cfr. M. Grilli, Il vangelo, 110-11, que toda esta parte la divide en: a) Introducción (v. 1); b) vv. 2-20: Jesús y sus discípulos (dividido en: 1 – Lavatorio [vv. 1-5]; 2 – Diálogo con Pedro [vv. 6-11]; 3 – Monólogo de Jesús [vv. 12-20]); c) vv. 21-30: Jesús y Judas.

[11] Cfr. Max Zerwick, El griego del Nuevo Testamento, Ed. Verbo Divino; Navarra 41997, §49.

[12] La Vulgata lee: “coena facta”, mientras que la Neo Vulgata corrige, siguiendo los manuscritos griegos mayoritarios, como: “in cena”. De todos modos, ya Tomàs de Aquino, que seguía la vieja edición Vg, afirma que con la expresión coena facta no debe entenderse como si esta hubiese finalizado, porque Jesús después lavó los pies, se puso a la mesa y dio el bocado a Judas, por lo que hay que entender la expresión como: “estando lista la cena” (esta cobró forma), siempre salvando su sentido (cfr. Tomás de Aquino, Commento a San Giovanni, XIII, lect. I, 26).

[13] Jn 6,64: Jesús sabía, en efecto, desde el principio, quien no creían y quien era el que lo iba a entregar.

[14] Cfr. Brown, Giovanni, 282. Jn 3,35: El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en su mano.

[15] Jn 10,11: El buen Pastor da (pone) la vida por las ovejas; Jn 10,17: Porque doy la vida, para nuevamente retomarla.

[16] Cfr. Brown, Giovanni, 656.

[17] Cfr. A. Wikenhauser, L’Evangelo secondo Giovanni [Nuovo Testamento commentato IV; Morcelliana Brescia, 1959], 334-35. Este autor pone en relación dicho agregado con la interpretación de toda la escena del lavado de pies. Si es un agregado, toda la escena no significa más que “el humilde servicio que Jesús hace a los suyos y que culmina en el sacrificio de la Cruz”. Si es auténtica – opción menos segura para el autor -, entonces es una purificación, complemento del baño que hace limpios.

[18] Un análisis del argumento en cuestión lo encontramos en nuestro artículo: http://biblia.verboencarnado.net/2016/12/05/el-argumento-de/.

[19] Cfr. R.E. Brown, Giovanni, 659; sólo que para dicho autor es una prueba que la sección 6, 51-58 ha sido añadida posteriormente, como una reflexión eucarística tardía (Cfr. Brown, Giovanni, 365). Habíamos presentado dicha posición al analizar el cap. 6: “Capítulo 6 y Discurso del Pan de vida” (http://biblia.verboencarnado.net/2018/03/27/interpretacion-del-evangelio-de-san-juan-capitulo-6-discurso-del-pan-de-vida/#_ftnref11).

[20] En Mt 1,22; 2,15.23; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4. En Lucas 24,44 (“era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos sobre mí”) con otra forma verbal, lo mismo que en Mc 14,49 y 15,28, aunque este último es discutido desde el punto de vista de la crítica textual.

[21] C. F. D. Moule, Fulfillment-Words in the New Testament: Use and Abuse, in New Testament Studies (NTS) 14 (1968), 293-320. También: The Fulfilment Theme in the New Testament, JTSA 14 (1976), 6-16.

[22] Jn 8,58: En verdad, en verdad os digo: Antes que Abraham existiera, Yo soy.

[23] Cfr. R.E. Brown, Giovanni, 661. Encontramos la frase exacta en el apéndice IV de su comentario (pp. 1482-83), aunque el autor la matiza, diciendo que: “Si bien también Juan usa el título kyrios para Jesús, es perfectamente posible que piense a egō eimi como el nombre divino dado a Jesús” (cfr. 1487).

[24] Cfr. Pierre Perrier, Evangiles de l’oral a l’écrit II : Les Colliers Évangéliques ; Ed du Jubilé, Paris 2003, 208. 211.

[25] Se da todavía una recurrencia en el v. 38, lo cual pone a la sección siguiente (mandamiento nuevo y predicción de la negación de Pedro) en sintonía con estas dos que hemos visto. Podría pensarse en una unidad con la presente de la predicción de la traición de Judas y de las negaciones de Pedro, ya que la frase solemne recurre al inicio de una (v. 21) y al final de la otra (v. 38), aunque nos parece mejor distribuirla de este modo: Una frase solemne por sección.

[26] En: http://biblia.verboencarnado.net/2020/01/27/resurreccion-de-lazaro-el-capitulo-11-del-evangelio-de-san-juan/ (cfr. M. Grilli, Il Vangelo, 119).

[27] Cfr. R. Brown, Giovanni, 695 y 553.

[28] Sobre todo – recalca – “se da crédito a la pretensión del evangelio de tener como fuente un testigo ocular” (cfr. Brown, Giovanni, I: CXI-CXVIII).

[29] Cfr. Brown, Giovanni, 686.

[30] Llamado el “más personal e íntimo de los modos verbales (…) una forma de respeto, educación, para exprimir los propios deseos y palabras, sin imponer la propia voluntad y las propias palabras” (Cfr. A. Marcolongo, La lingua geniale: 9 ragioni per amare il greco; ed. Laterza, Bari-Roma 2018, 87. 92-93).

[31] Boismard, por ejemplo, para quien el texto original (de tradición occidental y según él, conocido por el Crisóstomo), sólo leería: Pedro hizo señas (gesto que habría sido suficiente en el ambiente de los Apóstoles). Un copista habría agregado: Le dijo: “Di de quien habla”, y luego, armonizando con el v. 22, otro copista habría agregado (en el texto mayoritario o alejandrino) la más elegante fórmula: para que le preguntara quien era aquel de quien hablaba, usando el modo optativo. Como ocurre en estos casos, ningún testimonio externo puede probar la existencia de dichos copistas y de semejante supuesta progresión del texto (Cfr. M-E. Boismard, Problèmes de critique textuelle concernant le quatrième évangile, Revue Biblique 60/3, 356-59 [347-371]).

[32] Mt 26,26: Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo.

[33] Cfr. Brown, Giovanni, 687. Tratamos de traducir literalmente la expresión de 1Cor 11,29, para que cobre toda su fuerza: El que come y bebe, juicio come y bebe para sí si no discierne el cuerpo.

[34] Mt 26,23: El que mete la mano conmigo en el plato, éste me entregará; Mc 14,20: Es uno de los doce, el que moja el pan conmigo en el plato.

[35] Mt 26,25: Le dijo Judas, el traidor: – “¿Soy yo, maestro?” Le respondió Jesús: – “Tú lo has dicho”.

[36] Jn 18,5: Les dijo Jesús: – “Yo soy”. Estaba también con ellos Judas, el que le entregaba; Mt 26,47: Llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de gente armada de espadas y palos, enviada por los sacerdotes y los ancianos.

[37] J. Jeremias, The Eucharistic words of Jesus, [trad de N. Perrin sobre 3ª ed. alemana revisada 7/1964] London 1966, 53-54.

[38] Según Brown, “representa, en forma dramática, el significado de la muerte de Jesús”; cfr. Commento, 644.

[39] Cfr. Brown, Commento, 673 y M-E. Boismard, Le lavement des pieds (Jn XIII, 1-17), Revue Biblique 71/1 (1964), 5 [5-24].

[40] Cfr. M-E. Boismard, Le lavement des pieds, 5, así como la enumeración de los autores de las dos posiciones (b) y (c). Son varios comentadores de la primera mitad del siglo XX, entre los modernos, los que han estudiado el pasaje en todos sus detalles gramaticales, textuales, literarios, aunque sus interpretaciones han más bien seguido las líneas de los clásicos (patrística, escolástica, etc.). Las posiciones sucesivas no han hecho más que reiterar dichas interpretaciones, con matices diversos.

[41] Brown sostiene que la posición de Michl más bien coincide con esta. Según Michl, el término utilizado en la respuesta de Jesús a Pedro en v. 8b: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo”, es μέρος (méros = parte), que no significa sólo una parte en abstracto, sino la ‘herencia’ con Jesús en el reino (también M. Grilli, Il Vangelo, 115). El término es usado en la LXX para traducir la raíz hebrea hēleq, que describe la heredad de Israel, un ‘don de Dios’ (Num 18,20; Dt 12,12; 14,27). Hallamos también méros en los escritos joánicos queriendo indicar, en sentido escatológico, la recompensa eterna (Ap 20,6; 21,8; 22,19); Cfr. J. Michl, Der Sinn der Fusswaschung, Biblica 40 (1959), 697-708. Con respecto a Brown, propone dos interpretaciones, como símbolo y como ejemplo. En ambos está presente el significado de la muerte salvífica de Jesús (cfr. Brown, Commento, 673-683).

[42] Cfr. M. Grilli, Il Vangelo, 116-17, para quien el lavatorio tiene varios significados. Es una “acción polisémica”.

[43] En realidad, Wikenhauser piensa que la interpretación depende de si la respuesta de Pedro en el v. 9: “¡No sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza!”, se considera un agregado tardío o no. Si lo fuera – como él considera más probable – el gesto sólo significa el servicio humilde que Jesús presta a los suyos y que culminará en la Cruz (postura [a] o [b]). Si no lo es, entonces sí significa una purificación, un complemento del baño, que los hace limpios (cfr. A. Wikenhauser, L’Evangelo, 335-336).

[44] Cfr. M-E. Boismard, Le lavement des pieds, 6.

[45] Cfr. A. Wikenhauser, L’Evangelo, 334.

[46] Cfr. M-E. Boismard, Le lavement des pieds, 6 y posterior desarrollo en, 7-24.

[47] Cfr. M-E. Boismard, Le lavement des pieds, 23-24.

[48] C. H. Dodd, Some Johannine ‘Herrnworte’ with Parallels in the Synoptic Gospels, NTS 2 (1955-56), 75-78 (especialmente) y 81-85.

[49] Cfr. M. Wilcox, The composition of John 13: 21-30, Neotestamentica et Semitica (en honor de M. Black), ed. Clark, Edimburgh 1969, 155-56 [144-156], citado por Brown, Commento, 689-90. Este autor lo hace opinión suya, destacando sobre todo que se habla del discípulo amado, que era íntimo de Jesús y cercano a Pedro.

[50] Cfr. M. Grilli, Il vangelo, 110-111, teniendo en cuenta la estructura que propone. También A. Destro – M. Pesce, La lavanda dei piedi come rito di inversione: Una lettura antropologica di Gv 13, 1-20; Credere Oggi 137 (5/2003), 111 [109-121]. El mismo Brown, aunque aceptando cierta evolución del texto, considera que el resultado final es orgánico y que el anuncio de la traición de Judas se acopla al lavatorio.

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